• viernes, 29 de marzo de 2024
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SOCIEDAD

Venir al mundo en medio del desconcierto en Navarra: marzo registró cerca de 300 nacimientos

Dos historias en la Comunidad foral que relatan cómo es el momento de llegar a un mundo totalmente paralizado por el Covid-19.

Una enfermera junto a un bebé recién nacido ARCHIVO
Una enfermera junto a un bebé recién nacido. ARCHIVO

La crisis del coronavirus en Navarra trajo en marzo cerca de 300 bebés según los datos del Servicio Navarro de Salud, entre ellos, el de la buñuelera Daniela Gracia Sangüesa, a quien dos semanas después se sumó Itxaso González Rubio. Dos historias que, a través de sus madres, cuentan cómo es venir al mundo en medio del desconcierto.

Daniela llegó a la una menos cuarto de la tarde del 11 de marzo, con seis días de retraso y tras doce horas de un "largo" parto, el mismo día en que se confirmó el primer caso de coronavirus en el Hospital Reina Sofía de Tudela, un dato que su madre, Anabel Sangüesa, conoció "una vez que tenía a la chiquilla en brazos".

"Nos comunicaron que íbamos a planta y todo estaba bien pero que las visitas estaban restringidas" por prevención, algo que les sorprendió, pues cuenta que todos sus familiares estaban esperando en la sala para conocer a la pequeña y, aunque pudieron entrar uno a uno a verla, rápidamente les mandaron de vuelta a casa".

De hecho, Sangüesa relata a Efe que su hermano fue a darle la enhorabuena "con un abrazo y dos besos" y la enfermera le advirtió: "Ten mucho cuidado que esto es grave", pero que tanto ella como su marido fueron realmente conscientes de que "pasaba algo malo de verdad" después de pasar tres noches despiertos.

El insomnio les permitió escuchar lo que estaba sucediendo en el hospital. "Se oía a las enfermeras decir: 'un caso más' y ahí nos entró el miedo, sobre todo por la bebé y por nosotros", y explica que su marido solo abandonaba la habitación para "salir a comer" al bar o ir a casa a asearse.

Asimismo, recuerda lo impactante que fue el momento en el que salieron con Daniela y "no ver a nadie en el hospital" pero también, ya de vuelta en casa, cuando le llamó la matrona y le dijo que no la podían atender, que remitiese "todas las dudas por teléfono" y que tenía que auscultarse ella y ver cómo evolucionaba.

Dos semanas después, el 26 de marzo, fue el turno de Itxaso, que nació cerca de las 4 de la madrugada, después de un largo día para su madre, Tamara Rubio, quien narra que acudió a Urgencias de Tudela a las ocho de la mañana del día 25 con contracciones fuertes, pero la mandaron a casa dilatada de tres centímetros "por prevención".

"Aguanté en casa hasta las siete de la tarde cuando no podía más y las contracciones eran cada tres minutos", asevera Rubio, que añade que al llegar el momento de ponerle la anestesia epidural se sorprendió de que no la pudiesen tocar, algo que fue inevitable en el momento del parto, aunque "con todas las medidas de prevención".

Rubio asegura que veía venir que "no iba a ser un parto igual que el de todo el mundo" y califica la situación de "triste", porque estaba todo cerrado en el hospital, no había nadie en Urgencias y "no se veía ni un alma".

De la misma forma se sincera al afirmar que tanto ella como su marido tenían "miedo" por ellos, pero especialmente por su hija, después de ver en la televisión "que se contagia la gente en los hospitales, los médicos, los enfermeros", aunque afortunadamente "ha salido todo bien".

"La experiencia es bonita porque has traído una niña al mundo, pero te falta el apoyo y el cariño de tus familiares y tus amigos". Así describe Rubio la situación vivida dentro del hospital, que define de "agobiante" por no poder salir de la habitación, pues "si sacabas un poco la cabeza", el personal te pedía que volvieses dentro.

Aun así, tanto Sangüesa como Rubio han querido insistir en una cosa: la profesionalidad y el trato recibido por parte de los sanitarios. "Mejor no se pudieron portar con nosotros", manifiesta Rubio.

Precisamente esta última cuenta a modo de anécdota que el día que salieron del hospital y llegaron al pueblo parecían "los Reyes Magos en la Cabalgata" porque, ante la insistencia de sus familiares, pasaron con el coche por la puerta de sus casas y, con las ventanillas subidas, uno a uno se acercó a ver a Itxaso a través del cristal.

Ahora Daniela e Itxaso se encuentran sin poder salir de casa, a excepción de las visitas obligatorias con el pediatra, que Sangüesa insistió en que vinieran a realizarlas a su domicilio pero les dijeron que no era posible, y aun con "miedo" tuvieron que acudir al Centro de Salud de Buñuel.

Pero aun así las dos bebés están en contacto todos los días con sus respectivas familias por videollamada "para que la vean crecer en sus primeros días", admite Rubio, una sensación que comparte también Sangüesa, que comenta con pena: "No sé si disfrutaré ahora de mi hija o para cuando pueda tendré que volver a trabajar".

El pueblo de Buñuel tendrá que esperar a volver a la normalidad para disfrutar de sus dos nuevas vecinas, que, aunque nacidas en medio del desconcierto, engrosan la lista de nacidos en lo que va de año a 6 según el Ayuntamiento, un dato que, al mismo tiempo, supone un rayo de esperanza también para el futuro de la pequeña localidad ribera. 


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