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SOCIEDAD

El fantasma Juantxo y cómo una cucharilla del yogur comenzó a dar botes en el Museo de Navarra

Los relojes marcaban las 01.30 horas de la madrugada cuando las alarmas comenzaron a sonar al unísono: algo ocurría en la cuarta planta del edificio.

Museo de Navarra de noche. ARCHIVO
Museo de Navarra de noche. ARCHIVO

El 25 de noviembre de 1990, Iñaki Perurena lograba otro récord al levantar 267 kilos, caían las primeras nieves en las cumbres roncalesas tras la sequía del 89 y Osasuna empataba en Cádiz gracias a un gol de Cholo.

Los termómetros marcaron mínimas de 3,6º en Pamplona, una lata de San Miguel costaba a 59 pesetas en Aundia Supermercados y una cucharilla decidía ponerse a bailar y dar botes en mitad de la noche.

Los relojes marcaban las 01.30 horas de la madrugada de aquel domingo cuando las alarmas del Museo de Navarra comenzaron a sonar al unísono. Algo estaba ocurriendo en la 4ª planta del edificio, en un enclave donde la atención recaía normalmente en la calle Jarauta o la Cuesta de Santo Domingo.

Alertados por el estruendo, los vigilantes de seguridad del museo se acercaron al foco de aquel sonido cuando de repente "la cucharilla que habían estado utilizando para comerse un yogur, estaba dando botes en el aire frente a ellos".

Un fenómenos paranormal, fantasmagórico, puesto que nadie sujetaba el utensilio, que quedó reflejado en el parte de incidencias de 1990. No serían los únicos episodios inexplicables que sucederían, en una noche, donde uno de los cuadros se descolgó y volvió a colgarse solo. 

Desde entonces, los trabajadores del museo saben de la existencia del espectro, denominado como el 'fantasma Juantxo', y respetan la presencia del espíritu.

“Aunque es un ser muy querido aquí, desde lo de la cucharilla no tenemos noticias de él”, reconocía hace varios años la entonces directora del Museo, Mercedes Jover.


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El fantasma Juantxo y cómo una cucharilla del yogur comenzó a dar botes en el Museo de Navarra