La romanización, impuesta por ejércitos muy superiores en tecnología y estrategia, sobrepasó todas las culturas y civilizaciones preexistentes, quedando algunos residuos casi imposibles de rescatar. Un genocidio silenciado por la unánime exaltación de todas las generaciones posteriores hacia el germen de la civilización occidental.
Desde 1889, el artículo 3 del Código civil establece que, “los actos realizados al amparo del texto de una norma que persigan un resultado prohibido o contrario al ordenamiento jurídico se considerarán ejecutados en fraude de ley y no impedirán la debida aplicación de la norma que se hubiere tratado de eludir”.