Antonio Casado

No es que el síndrome de la Guayana se haya apoderado del PSOE porque en aquel drama (noviembre de 1978) la decisión de los componentes de la secta fue unívoca.

Es alto el riesgo de columpiarse cuando todo está abierto entre bastidores, en vísperas del Comité Federal del PSOE convocado por la permanente de la Ejecutiva para el sábado que viene.

Además de los dos claros ganadores en la noche trilingüe del 25 de septiembre, Nuñez Feijóo e Iñigo Urkullu, también salieron con bien los institutos demoscópicos.

Pocas incertidumbres planean sobre el recuento de la noche electoral del domingo en Galicia y Euskadi, donde no está en cuestión la continuidad de Feijóo y Urkullu al frente de los respectivos Gobiernos. 

La participación del líder socialista en los actos electorales del pasado fin de semana ha servido para clavetear su llamamiento al diálogo entre Podemos y Ciudadanos.

Se habla sobre la posibilidad de una rebelión interna contra Pedro Sánchez.

A través de la Comisión de Economía el ministro, Luis De Guindos, informó al Congreso de que se hizo todo bien en el fallido nombramiento del ex ministro de Industria para director ejecutivo del Banco Mundial.

La hasta ahora vicepresidenta de la Junta de Castilla y León, Rosa Valdeón, sucumbió bajo el discurso de ejemplaridad que siempre fue cosido a su figura publica.

No nos equivocamos quienes dijimos y escribimos que algo cambiaría tras el paso por Zarzuela de Rivera, Sánchez y Rajoy, líderes de las tres fuerzas políticas comprometidas con la razón de Estado, el bien de España y el compartido deseo de no desairar al Rey.

El '¡Viva la muerte¡' que practican los llamados 'soldados' del Daesh (terrorismo yihadista importado de Irak y Siria, para entendernos), tiene la ventaja táctica del desprecio a la vida propia y ajena. Y el nombre de Dios (Alá) como señuelo.

Con las consultas del Rey a los jefes de fila de las catorce fuerzas políticas con representación parlamentaria, entramos en una semana decisiva para el reto de la gobernabilidad.