Fermín Bocos

La batalla de Alepo, a punto de concluir tras la reconquista de la ciudad por el Ejército regular sirio y las fuerzas internacionales que les apoyan, ha sido comparada a la batalla de Stalingrado. 

La opinión pública es tornadiza. Y contradictoria. Los mismos estudios demoscópicos que sitúan a Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, como el político español mejor valorado, reflejan el estancamiento de su partido en expectativa de voto.

Juan Ignacio Zoido y Manuela Carmena son los protagonistas del día. La actualidad une a estos dos magistrados que colgaron la toga para ceñir la clámide de los políticos.

En tiempos de Internet y de las videoconferencias trabajar en Madrid y tener despacho abierto en Barcelona es un gesto. 

En Europa soplan malos vientos para los partidos políticos que se reclaman socialdemócratas. 

Es legítimo establecer impuestos y es necesario combatir el fraude fiscal pero cuando el Gobierno quiere limitar a mil euros el pago en efectivo de cualquier bien o servicio está entrando en una esfera que roza el derecho de los ciudadanos a disponer libremente de sus recursos. 

Ni la guerra ni el fuego se pueden ocultar. Y guerra por otros medios son los procesos de primarias. 

Algunos dirigentes del PP intentan cargar sobre los medios la responsabilidad moral de la muerte de Rita Barberá, pero la realidad es más compleja. 

La opinión publicada es tornadiza. Hace tres años cuando Ángela Merkel apretaba para que los países del Sur cumplieran sus compromisos económicos con la UE era la denostada -por inmisericorde- "canciller de hierro". 

Las circunstancias políticas acostumbran a poner de moda algunas palabras. A medida que vamos conociendo los nombramientos del último Gobierno Rajoy, la palabra de moda es: nepotismo.

La muerte de Rosa, una anciana de Reus que murió abrasada en el incendio que destruyó su vivienda, ha conmocionado a la opinión pública. 

La política no está exenta de ironía. Quien les iba a decir a los políticos de la izquierda marxista, gargantas enronquecidas de tanto gritar ¡OTAN NO! que quien les puede ayudar a materializar -nunca mejor dicho- su sueño, es Donald Trump.