• jueves, 28 de marzo de 2024
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Blog / Marea de libros

Tensión en femenino

Por Leire Escalada

En "Madre e hija", Jenn Díaz retrata sin ambages una lucha familiar, un enfrentamiento entre distintos modos de ser mujer.

La casa de "Madre e hija" (192 páginas; 17,50 euros), la nueva novela de Jenn Díaz (Barcelona, 1988) es oscura, húmeda y está impregnada de tristeza y fragancias de otro tiempo. Ese estado físico de la vivienda funciona como una metáfora de la familia que la habita, de su relación claustrofóbica, asfixiante pero necesaria.

En ella vivía Ángel con su mujer, Gloria; su hermana Dolores; y sus hijas, Ángela y Natalia. Al morir el cabeza de familia, las tensiones entre las mujeres no hacen sino crecer y estallar de distintas formas, desde la crueldad más sutil hasta el patetismo de los ataques de nervios. Siempre con torpeza para entenderse, para contar, para evitar el daño.

Y es que "una casa con mujeres es siempre una casa demasiado pequeña, no había espacio para todas". Y en ese ambiente viciado rige el talante despótico de Gloria, especialmente con su cuñada y con Natalia; los miedos inabarcables de Dolores en una sociedad en la que la soltería aún es un estigma; los caminos opuestos que han tomado las hermanas para su vida. Una la maternidad. La otra un amor con un hombre casado.

La novela, publicada por Destino, construye un retrato de distintos modos de ser mujer y de las etiquetas, prejuicios y exigencias que imprime en cada uno la comunidad. 

Es también un relato de la soledad y de los subterfugios para huir de ella; una historia sobre la maledicencia, el temor al qué dirán, su opresión; y sobre la relación tensa entre madre e hija y otras formas de maternidad. "Era incapaz de acercarse a sus hijas, porque con los años entre madres e hijas surge algo...una especie de...no se sabe, un distanciamiento, un vacío lleno de incomprensión".

Díaz consigue, con una voz narrativa exterior que abre con bisturí la historia, crear una atmósfera clave. Esa que mantiene al lector al calor de las páginas. Ofrece un lugar al clima doméstico salvaje, a la tensión cotidiana, al desgaste de las relaciones. Incluso, en algún caso, a una suerte de triste redención. 

Con 27 años, Díaz ya ha publicado cinco novelas. A la joven autora catalana ya la comparan con Ana María Matute, de quien bebe su literatura, como de Carmen Martín Gaite y Mercè Rodoreda. De esta última toma un verso como espíritu de su historia: "Querido, estas cosas son la vida". 

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