• viernes, 19 de abril de 2024
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Blog / La cometa de Miel

Petilla de Aragón: la isla navarra

Por Pablo Sabalza

Nada me inspira más veneración y asombro que un anciano que sabe cambiar de opinión.

Estos días advertí entre el infinito universo de libros que se agolpan en las distintas estanterías de las librerías una nueva publicación del héroe galo.

«Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste, todavía y como siempre, al invasor. Y la vida no es fácil para las guarniciones de legionarios romanos en los reducidos campamentos de Babaorum, Aquarium, Laudanum y Petibonum…»

Estoy convencido de que todos ustedes saben, queridos amigos de Navarra.com, que este breve texto pertenece a la característica introducción de cada una de las historietas creadas por el guionista René Goscinny y el dibujante Albert Uderzo, Astérix el Galo.

Y así me vino a la memoria, a través de esta introducción internacionalmente reconocida, una pequeña localidad sita, físicamente, en la provincia de Zaragoza, pero que, sin embargo, es un municipio perteneciente a Navarra.

Se trata, por tanto, de un exclave de Navarra y un enclave de Aragón. 

Me refiero a Petilla de Aragón. Una isla navarra ubicada en un mar de tierra maño.

El nombre de Petilla se apunta que bien pudiere proceder de una denominación clásica reconocida por Petelia, que vendría a ser una ciudad ubicada al sur de Italia, en la región de Calabria, y que debía ser muy fiel a Roma. Petelia pasó a Petilia y ésta a Petilla.

Recuerdo haber visitado esta localidad con mis padres en los años ochenta. Invitados por una familia que residía en Sangüesa en la zona conocida por los ‘camineros’ descubrí, por primera vez, la isla navarra y a su personaje más ilustre, Santiago Ramón y Cajal, completamente desconocido para mí en aquellos años de rodillas amoratadas y rebeldía infinita.

Ramón y Cajal respondía por aquel entonces, en mi acotado campo intelectual, a dos personas. Ramón y Cajal. 

Curioso, preguntaba a mi padre la razón por la que esta localidad se ubicaba en tierras aragonesas pese a ser navarra. Una deuda, me respondió.

Al parecer, en aquellos tiempos de caballos y espadas el rey Sancho VII denominado el Fuerte (les invito a que visiten su sepulcro en la Real Colegiata de Santa María de Roncesvalles y se sorprendan con la espectacular envergadura de aquel monarca que, apuntan, medía entre 2,22 y 2,31) prestó veinte mil maravedíes al rey Pedro II de Aragón poniendo como fianza el castillo de Petilla, hoy en ruinas, junto a los de Peña, Escó y Gallur. Pasaron los años y no se devolvió la cantidad prestada , así que el castillo se convirtió en un enclave navarro. 

Que duda cabe que hubo distintas batallas con el propósito aragonés de recuperar su espacio, pero no lo lograron y Petilla adquirió de Aragón, exclusivamente, su apellido. Es decir, los galos no llegaron a ser invadidos por los romanos.

Hubo un tiempo en que más de 600 habitantes poblaron esta localidad en la que el premio Nobel de Medicina, Santiago Ramón y Cajal, con todos sus nombres y apellidos, atesoró tanto calles y monumentos como restaurantes y hostales. Más aún de los que, actualmente, persisten.

Hoy, el invasor de Petilla de Aragón, como del resto de numerosas localidades navarras, es la despoblación. Esa Navarra vaciada que ni un mismísimo premio Nobel de Medicina puede salvar.

Esa Navarra a la que escribo estas líneas. Con sus joyas arquitectónicas y monumentales; cuna de premios nobel y de vastos campos; de sabias gentes y nobles actos, hoy tan huérfanos; de calles empedradas de silencio e historia.

Petilla de Aragón y otras tantas localidades son Navarra. Que no se nos olvide.

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Petilla de Aragón: la isla navarra