• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión /

La camiseta de Osasuna me avergüenza

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Carta enviada por Manuel Sarobe Oyarzun.

Partido entre Osasuna y Villarreal en El sadar de Pamplona. MIGUEL OSÉS
Camiseta de Osasuna durante la temporada 2019-2020 con el patrocinio de una casa de apuestas. MIGUEL OSÉS

Osasuna celebra este domingo una Asamblea Ordinaria que se antoja placentera, pues no cabe sino felicitar a la directiva por su exitosa gestión, tanto en lo deportivo como en lo económico. Es por ello una ocasión propicia para revisar la política del club en materia de patrocinio. Y es que la camiseta rojilla constituye un patrimonio inmaterial demasiado valioso como para venderla al mejor postor, sin observar una mínima ética.

Se ha criticado a los equipos que publicitan regímenes no democráticos, como Qatar o Azerbayán. El Sevilla recibió una suculenta oferta de una casa de citas extramatrimoniales que incluía cuantiosos bonus para aquellos jugadores que admitieran públicamente su infidelidad a través de dicha compañía. Pero el verdadero problema lo representan hoy en día las omnipresentes casas de apuestas, a las que también Osasuna ha sucumbido.

Alegarán unos mandatarios duchos en esquivar este tema que en unos momentos críticos para las finanzas del club el actual patrocinador principal permitió pagar las nóminas. Dando ello por cierto, no lo es menos que ese estado de acuciante necesidad económica -del que quizás se aprovechó el anunciante- afortunadamente ya no existe.

No se trata de renunciar a rentabilizar la camiseta, sino de velar por que lo publicitado no se oponga a los valores del club. Y aunque en el deporte, como en todos los órdenes de la vida, también existe un componente de suerte, lo que identifica a Osasuna es el esfuerzo, la lucha y el trabajo, nada más antagónico a los patológicos juegos de azar.

Los contratos ya firmados –que desgraciadamente incluyen la temporada del centenario-  son de obligado cumplimiento. Pero, en tanto no sea posible prescindir de este patrocinador, sugiero que se nos permita comprar una zamarra del club de nuestros amores no contaminada por una publicidad que, al menos a mí me genera un fuerte rechazo. Me niego a pagar por ejercer de aborregado hombre anuncio de una empresa con cuya actividad no simpatizo, del mismo modo que prefiero ver una película sin cortes publicitarios, máxime si en ellos también nos bombardean inmisericordemente con anuncios de apuestas y juegos 'on line'.

Osasuna únicamente debiera ceder su imagen para promover hábitos saludables, y el sórdido mundo de las apuestas, la nueva heroína de los jóvenes, no lo es. De nada sirve esforzarse en proteger a los adolescentes del juego alejando las casas de apuestas de los colegios o impartiéndoles charlas en las que se les advierte de sus riesgos, si al mismo tiempo permitimos que se enfunden prendas que incitan a todo aquello de lo que pretendemos preservarlos. Un 44,8% de quienes presentan alguna patología relacionada con el juego reconoce haber jugado antes de los 18 años.

La elogiable implicación de nuestro club en la llamada responsabilidad social corporativa debiera empezar por la vestimenta, aunque no llegue a emular a un Barça que paga por lucir el logo de Unicef. Entristece ver a estrellas del fútbol, populares presentadores, actores o periodistas deportivos induciendo a la chavalería a una ludopatía camino de la epidemia.

La OCU ha emprendido una campaña que busca prohibir este patrocinio. En el Congreso se aprobó una moción al respecto. El ejecutivo foral estudia el tema. También el Defensor del Pueblo. Esta misma semana Barcelona ha acordado suspender la apertura de nuevos locales de juego y vetar su publicidad en el transporte metropolitano y en la vía publica "para proteger la salud de la población". Pero, en tanto no se generalicen estas medidas, las apuestas deportivas, antes reducidas a los frontones, se multiplican exponencialmente por la proliferación de salas -contra las que ya ha habido aquí manifestaciones vecinales- a las que se suman las aplicaciones ‘on line’.

Que la codicia de unos pocos arruine la vida a una juventud que no tiene madurez suficiente para percibir el riesgo, me repugna. Que Osasuna contribuya a ello, me avergüenza.

Carta enviada por Manuel  Sarobe Oyarzun.


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