• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Especializada en política vasca y el análisis parlamentario.

El absurdo misterio de los contactos

Por Charo Zarzalejos

Por mucha transparencia que se instale en la política, es una evidencia que no puede haber retransmisión en directo de todo lo que ocurre.

Es una pretensión muy banal querer tener información de la agenda diaria de nuestros responsables políticos.

Es inherente a la política el que existan algo así como "zonas restringidas" que es, en realidad, en donde se trenzan acuerdos y desacuerdos con una pizca de fundamento.

Las cuestiones decisivas, bien para un partido, bien para el conjunto del país se abordan siempre desde la discreción, entre otras razones porque los políticos, todos los políticos, tienen un punto de vulnerabilidad ante los medios de comunicación.

Nuestra presencia o conocimiento, condiciona más de lo imaginable actitudes y gestos, palabras y silencios y ellos, los políticos, siempre han buscado "zonas restringidas" aunque al final, y esto también en una obviedad, afortunadamente se acaba sabiendo todo.

Entendiendo pues -la experiencia no deja lugar a ensoñaciones- que deben existir esas "zonas restringidas", lo que es difícil de entender que guste rodear de misterio conversaciones o contactos que forman parte, o deberían, de lo necesario y obligado.

Y me refiero al laberinto que entre unos y otros han organizado en torno a los "contactos" con las autoridades catalanas.

El delegado del Gobierno en Cataluña fue el primero en levantar la mano diciendo que había contactos discretos, desde la Generalitat se niega sin mover una ceja, Soraya Sáenz de Santamaría un día sí y otro también en Barcelona y el presidente del Gobierno responde que él siempre está dispuesto al diálogo, salvo para hablar del referéndum y Albiol, el hombre del PP en Cataluña, se ha quedado colgado de la brocha.

La contundencia con que desmintió cualquier contacto no creo que fuera simulada, es que no tenía ni idea de casi nada porque nadie se lo había contado.

Después de todo este innecesario lío, resulta que Puigdemont ha estado en Moncloa. ¿Y qué?. ¿Qué hay de dramático, de espectacular, de innoble que ambos se reúnan?.

Se me escapa cual ha sido el motivo último de tanto misterio inútil. Con todo, el laberinto creado por unos y otros ha sido un escenario perfecto para comprobar hasta que punto en política se puede disimular y simular, hasta qué punto hay que tomar con pinzas las palabras que escuchamos y hasta que punto los responsables políticos tienen resortes suficientes para provocar el mareo colectivo.

Este innecesario misterio no deja de provocar una cierta irritación, sobre todo cuando se sabe de antemano que por muchas reuniones que haya habido y pueda haber entre Rajoy y Puigdemont, el asunto de fondo -el referéndum- no va a quedar resuelto.

A estas alturas no puede sorprender que Puigdemont, que esta de salida, renuncie a lo que se ha convertido en santo y seña de su tasado mandato y nadie puede poner en duda que cuando Rajoy dice que por ahí no va a pasar dice la verdad. Siendo ésta, la del referéndum, la cuestión central del desencuentro y conociendo de antemano la posición de las partes es casi infantil el dichoso e innecesario misterio.

Cuando se escriben estas líneas se conoce la decisión sobre la suerte inmediata de Iñaki Urdangarin y reconozco que si el misterio inútil me provoca cierta irritación, la gente congregada a la espera de la llegada y salida del marido de la Infanta cristina gritando "chorizo" y "sinvergüenza", me asusta un poco. ¡¡¡Que Dios nos libre a todos, también a los que gritan, de la justicia popular!!!


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