• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión / Sabatinas

Los aludidos

Por Fermín Mínguez

Dice la RAE que darse por aludido es “ Recoger una alusión, efectiva o aparente, que le atañe de algún modo, para reaccionar en función de su contenido”, pero de un tiempo a esta parte se ha convertido en norma. Sería algo así como “recoger cualquier alusión, sobre todo las aparentes, y reaccionar como si nos fuera la vida en ello y desde la verdad absoluta. Los aludidos, peores incluso que los ofendidos.

Lo comentaba el otro día con Lisa a raíz de un meme, otro más, sobre la gente que te responde a todo como si se lo dijeras a ella, como si no tuvieras otra cosa que hacer que pensar en ellos a la hora de dar tu opinión. “Ya te veo venir, ya”, dicen. Pues no, ni me ves venir, ni te lo digo a tí, ni, discúlpeme, eres tan importante como para que cualquier opinión precise de tu validación. Recuerdo los inicios de internet, sí, hubo un tiempo en el que no había, amigos de la ESO, que se decía lo que iba a suponer que todo el mundo tuviera acceso a la información. Mayor claridad, menos confusión, la verdad brillaría y ya nadie, nunca, nos podría engañar. Precioso. Ya no habría un solo altavoz, sino millones diciendo la verdad. Preciosísimo. Pero al ser humano le gusta más rebatir que asumir, enfrentar que contrastar, y, también, leer un tuit antes que un libro o un artículo. Este es el terreno perfecto para el aludido, un intelectual de sofá, que tiene por biblioteca un montón de cuentas en redes sociales, una frase de carpeta como lema vital (frase que habrá buscado en Google poniendo “frase célebre pensador raro criticado”), y al que siguen dos primos, cuatro bots y alguna asociación de su barrio. El aludido tipo no tiene miedo en replicar a cualquiera, de hecho es su leitmotiv, y si consigue repercusión, mejor que mejor. Para ayudarle siempre habrá cuentas grandes, con las que sueña convertirse, que le den material para responder y generar la duda ante la versión oficial. Porque, no lo olviden, la información que consigue un desgarramantas siempre es mejor que la de cualquier profesional, y esa es su misión, abrirnos los ojos.

Esta última semana ha sido tremenda. La invasión de Ucrania ya no es tan invasión, fíjense. Hay algunas señales que desmontan la versión oficial. Ojo que nos la están colando con la guerra. Menos mal que hay un ejército de aludidos, que, interpelados por la mentira, nos están abriendo los ojos. Si no fuera por ellos igual nos tragábamos que un país está siendo destruido y que hay miles de muertos. Menos mal que no es así, porque era incómodo cenar con imágenes de muertos en las noticias, ¿no? Parece que hay otros parámetros para medir el impacto real. Parámetros dicen los muy miserables mientras escriben tomando un colacao.

Parece que los ucranianos no son tan buenos como dicen, que no son de fiar, que ni unos son tan buenos ni otros tan malos. UY. ESPEREN. ¿Les suena el argumento? Es el argumento de Schöridinger, que a veces es argumento y a veces no. Que cuando me interesa es válido y cuando lo utiliza otro es inapropiado. Hay que tener cara y pocas ganas de ayudar. Ese argumento es basura siempre que se usa, sobre todo en una situación de desequilibrio entre las partes. Es ventajista, aprovechado, rastrero y perverso. Siempre. Me da igual que se use para Gernika que para Ucrania, es vil. Nada puede justificar una agresión desmedida, no podemos normalizar que la única forma de acabar con un problema es aplastarlo. Y poner en duda los motivos, blanquearlos, lo único que hace es facilitar la acción del más fuerte. Creemos defender la libertad y lo que hacemos es echarle paletadas de tierra. Hay que posicionarse ante lo malo y asumir las consecuencias, objetivar el mal y hacer todo lo posible por que no avance. 

Les pondré un ejemplo sencillo de por qué lo de ni unos ni otros es un argumento válido para nada. Han oído la terrible noticia del hombre que asesinó a una niña de catorce años en Oviedo supongo, pero, ¿se han planteado si realmente fue así?. ¿Y si la niña le hubiera dado antes una patada?, ¿o le escupió?, o, qué les voy a contar, ¿le intentó seducir y luego le dijo que no?, que ya saben cómo provocan las adolescentes, y que un hombre no es de corcho, y, claro, una vez que se arranca… ¿Se imaginan este argumentario? Arcadas he sentido al escribirlo. Pues este es el problema de ni unos, ni otros, que puede acabar igualando a un cabrón de mierda con alguien inocente

Este argumentario nos estamos tragando un día sí y otro también desde el ejército de aludidos. Que faltan parámetros para creernos si es cierto lo que cuentan los reporteros allí desplazados, los testigos directos, las familias de los muertos, los desplazados, las personas que no tienen dónde volver y los miles de muertos. Porque ellos tienen acceso a una cuenta anónima de Twitter que cuenta la verdad, y usted, mediopensador inútil, no la ha descubierto. Es cierto que faltan parámetros, los del tamaño, peso y ángulo de inclinación de sus cojonazos en el sofá de casa mientras ve las imágenes de los tiroteos negando con la cabeza, bebiendo una cola light. 

Gracias a Dios sé poco de las guerras, bueno la guerra, porque siempre es la misma, más allá de lo que he leído en libros, de lo que me han contado quienes allí han estado, (una de las ventajas de trabajar con personas mayores toda la vida, es que tienes un acceso premium a la historia de primera mano), pero lo que sí sé es que siempre pagan los mismos. Que me da igual tener razón sobre quién hace qué, porque a los muertos no los devolverá nadie, el dolor que dejan tampoco y los años de penuria que les esperan, menos.

“Es que si les ayudamos luego serán ellos el problema”, pues habrá que solucionarlo, pero, dejar que un tercero se los cargue, como solución no parece del todo fina. “Es que son nazis. Todos. Y a la vez.” Bueno, pues entonces nos hacen un favor, ¿no?, a partir de ahora si alguien decide que eres nazi, o anarquista, o cualqueir peligro para ellos, quién sabe si vago o maleante vuelven, ojo, pues mira, que venga un país fuerte, gobernado por un dictador encubierto y cubierto de botox, y que te arrase en aras del bien común, porque ni tú eras tan bueno, ni…

Me parece una salvajada lo que está haciendo Rusia, y me parece mucho peor que se esté blanqueando el mensaje en redes vestido de respuesta a ataques previos o necesidad de protegerse. Me parece terrible que se juegue con los muertos civiles dejando ver que quizás son un montaje. Me parece terrible que para mantener la conciencia tranquila nos baste con opinar y debatir a más de tres mil kilómetros. Nuestro riesgo es limitado, y voluntario. A mí como mucho me vendrán un par de ilustrados a darme luz desde twitter, algún anormal me afeará el ejemplo del asesinato de Erika, (que los muertos tienen nombre), y otros esperarán agazapados a recordarme que no tenía razón en cuanto tengan opción a restregarme algo. Podré vivir con ello. Vivir en el sentido literal, porque esta noche, si nada se tuerce, volveré a dar un beso a mi hija en su cama cómoda antes de ir a dormir a la mía, mientras hay personas enterrando a sus muertos con las manos, viviendo en sótanos sin comida,  o viendo como les descerrajan la cabeza a su familia. Esa es la diferencia. Que tu opinión, y la mía, es voluntaria y la guerra y sus consecuencias son obligadas y reales.

Ustedes sabrán que hacer, yo prefiero equivocarme y defender que no todo es justificable, porque algún día puede que seamos nosotros los justificados, y conviertan en guerra la belleza en la que vivimos inconscientes.

Sean buenos y, sobre todo, sean felices. Y honestos, por favor, sean honestos.


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