• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Periodista. Director de Comunicación y Marketing del Consejo General de la Abogacía Española.

Elogio y repudio del guionista

Por Francisco Muro de Iscar

Hacer un buen guion para una película, para una serie de televisión, para un culebrón de sobremesa es mucho más difícil de lo que casi todo el mundo imagina.

Admiro a esos escritores, casi siempre anónimos, que trabajan solos o en equipo, que imaginan historias o que desarrollan la idea de otros, capítulo a capítulo, con la presión terrible del rodaje, inventando personajes efímeros, historias de amor y de celos, intrigas, pasiones... Cuando alguna de esas series -y en España las hay excelentes- aguantan cientos y cientos de capítulos, a quien habría que hacer un homenaje no es sólo a los actores -que también- sino a esos guionistas, que a veces son sustituidos, cuando ya han sido exprimidos y han dejado todo su talento en esa serie que siguen millones de personas. Aunque no conozcamos su nombres, los hay fantásticos. Tengo eso sí una dura crítica contra muchos de ellos. No se puede hacer pasar a sus protagonistas por tanta tragedia seguida, tantos problemas, no dejarles ni un minuto seguido de felicidad. Cuando uno cree que ya no les puede ir peor en la vida, el guionista les prepara otra jugada. Es cierto que, en ocasiones, la realidad se empeña en demostrar que eso que vemos en la pantalla y que creemos que es ficción, acaba sucediendo aumentado, multiplicado. Dicen algunos que al mundo le mueven desde sus comienzos cuatro razones: el poder, sobre todo el poder; el dinero, siempre el dinero; la religión, muchas veces el fanatismo; y el sexo. Juntos o por separado. Eso es lo que manejan los guionistas.

¿Creen ustedes que en la política es diferente? Nada de eso. En la política hay también guionistas excelsos y algunos denunciables de oficio: los que diseñan los procesos, el asalto o la defensa del poder, los que escriben los discursos de los candidatos, los que ponen su trabajo, pero casi nunca su firma, a esos discursos históricos que casi ningún líder, sobre todo ahora, han escrito nunca. Hay muchas historias de esos "negros" que tienen el alma blanca, cargada de ideas.

Hay grandes guionistas en política. Los que soñaron Europa hace 60 años, que hoy seguramente no tendrían ninguna oportunidad en política, fueron gentes generosas, imaginativas, verdaderos líderes que quisieron construir un proyecto basado en los derechos fundamentales que hiciera imposible la repetición de un nuevo y terrible conflicto armado. Hoy son otros los que están escribiendo el guion buscando acabar con todo ese sueño, retornar al pasado y, sobre todo, volver al odio y a la exclusión.

Los guionistas de Suresnes cambiaron el futuro del socialismo español que Felipe González llevó a su modernidad y que empezaron a destruir políticos como Rodríguez Zapatero o Pedro Sánchez y que hoy trata de resucitar Susana Díaz para evitar que muera para siempre, lo que sería un gran desastre para España. Por cierto, la altura intelectual de ese partido exige un mayor nivel que el que ayer escuchamos a la candidata en su anuncio de concurrir a la secretaría general.

Seguramente tocaba, era necesario levantar la moral, pero esta película necesita menos demagogia, más valores, más consenso y más inteligencia.

Y también hay guionistas tramposos. Los de Podemos no estaban en el 15M sino en la Universidad y desde allí planificaron el asalto al poder y cada día siguen escribiendo el guion de cada discurso buscando su espacio en los informativos por encima de los intereses generales y de los desfavorecidos. Los guionistas de la corrupción se han escondido detrás de la política y los de la secesión catalana se inventaron el independentismo para tapar el "4 por ciento" y son capaces de llevar al abismo a todo un pueblo para esconder sus errores. Un buen guionista es un tesoro, pero no siempre vale todo. Sobre todo si no ficción.


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