• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Un aberchándal agrede a Consuelo Ordóñez en Pamplona

Por Javier Ancín

Gentuza como Txibite y su gobierno ha validado esa ideología aberchándal criminal como fórmula tolerable para ir por el mundo.

XIX Jornada anual de COVITE con el título 'Diez años sin violencia terrorista de ETA: retos y prioridades en el posterrorismo'. MIGUEL OSÉS
XIX Jornada anual de COVITE con el título 'Diez años sin violencia terrorista de ETA: retos y prioridades en el posterrorismo'. MIGUEL OSÉS

Se quejaba amargamente el otro día en Tuiter Consuelo Ordóñez que cuando un aberchándal, esos cabestros de una ideología que ha causado mil muertos en democracia, se le puso hecho un puto animal, valga la redundancia, en un bar de Pamplona, nadie le ayudó, nadie se puso de su lado y todos pasaron.

Se lavaron las manos, miraron hacia otro lado incluso en el momento que el borono trató de agredirla físicamente y no solo de palabra. De la gente no se puede esperar nada. Jamás. Es conveniente tenerlo claro para luego no decepcionarte de esta forma.

Cuando leí sobre este desagradable episodio me acordé de lo rápido que yo descubrí que el ser humano cuanto más lejos, mejor. Con 12 o 13 años me atracaron junto a otro amigo a punta de navaja en mitad de una de las avenidas más concurridas de Pamplona, y a una hora más de merienda que de cena. Más público y nos asaltan subidos a un escenario y con megafonía para que todos lo vieran, vamos.

Ahora imagínate lo que puedes llevar con esa edad encima, tres duros para pipas, una bolsa de chucherías en el bolsillo y un reloj Casio en la muñeca, en un mundo aquel de finales de los 80 principios de los 90 donde no existían ni los móviles.

La cosa fue tensa porque el tipo no se creía que lleváramos tan poco dinero y empezó a agitar la navaja delante de nuestra caras, descontrolándose los ademanes de una forma peligrosa. Durante los tres o cuatro minutos que duró el atraco, lo que más me llamó la atención no fue tanto el episodio en sí sino que toda la gente que pasaba a nuestro lado nos miraba, miraba el cuchillo, nos volvía a mirar y cuando con los ojos angustiados les reclamábamos ayuda infantil, todos invariablemente bajaban sus ojos al suelo y continuaban su camino por la acera, desentendiéndose del asunto.

La cosa terminó con los dos Casio en manos del raterillo y un tortazo bien sonoro que nos dio a cada uno cuando guardó el cuchillo, alejándose de la escena, jugando con los botones de uno de los relojes, con la tranquilidad del que sabe que nadie le iba a decir nada.

De la gente no se puede esperar nada, decía, pero lo que impresiona más es que de los gobernantes aún menos. Si el cabestro que se encaró con Consuelo Ordóñez al grito xenófobo de "me das asco y yo soy de aquí", como si los demás no fuéramos de aquí hayamos nacido donde hayamos nacido, no está escondido como una rata por las cloacas es porque gentuza como Txibite y su gobierno ha validado esa ideología aberchándal criminal como fórmula tolerable para ir por el mundo y para pactar incluso gobiernos, como el de Navarra.

Se sienten tan fuertes esos etarrillas de chichinabo/txitxinabo que saben que no es solo que puedan acojonar o agredir a la gente por la calle o en los bares, con total impunidad, es que nadie del gobierno de Txibite va a afearles esa conducta de matones que despliegan por Irroña. Llegado el caso, en realidad ya lo ha hecho, que es socia de esa ideología aberchándal criminal, si Txibite tuviera que elegir, elegiría al matón al que le debe el puesto, afeándole a la víctima de ese matón incluso que pasee por las calles.

Intolerable provocación para el PSOE, la de existir, digo, y ni te cuento la de tomarse un pincho en un bar, alterando la paz social de Irroña. Cualquier día Txibite nos dice que los vinos mejor nos los comamos en casa, para no molestar los paseos a sus socios aberchándales. Vota PSOE desbarra corazón. Y eso es todo.


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Un aberchándal agrede a Consuelo Ordóñez en Pamplona