• sábado, 20 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Un paseo por Urroz - Villa del libro

Por Javier Ancín

"Qué cerca están de casa los paraísos lejanos. Deseo que se consolide Urroz como destino biblioturístico que desde hace unos años persigue. Démosle un empujón y sigamos regando el oasis comprando libros para que no se seque. Estas son de las iniciativas arriesgadas que merecen perdurar en el tiempo".

Una de las librerías de Urroz Villa. PABLO LASAOSA
Una de las librerías de Urroz Villa. PABLO LASAOSA

Da gusto salir de la ciudad y poder olvidarse del ruido político por un rato, de la campaña con sus eslóganes perezosos, intercambiables sin dificultad -echándolos a suertes, lanzándolos con un cubilete como si fueran dados- entre todos los candidatos que se presentan.

Vota lo que piensas, veo uno en una banderola mientras enfiló el coche hacia las afueras. Como lo piense no voto, me digo, y se acaban los edificios y empieza la carretera, quedándome por fin solo con mis propios pensamientos, sin que me los parasite nadie.

Es muy temprano por la mañana y necesitaba salir de aquí, agobiado. Que llegue el 29 de mayo pronto, por favor. Para mí las librerías han sido siempre el mejor ansiolítico y había oído que hay un pueblo de Navarra en el que puedes comprar un libro a cualquier hora del día y de la noche y quería comprobarlo.

A poco más de 15 minutos de Pamplona. Los campos con la mies aún verde y la peña de Izaga vigilando, como una imponente pirámide de Giza frente a El Cairo. Un pueblo en calma donde se escucha el silencio del viento, el silencio de los pájaros, el silencio de los goznes de las contraventanas de los edificios y el silencio de la campana del reloj dando la hora. Son las nueve de la mañana y aunque el sol ilumina que da gusto, hace un frío que pela. Marcea en mayo sobre la plaza el ferial de Urroz - Villa del libro.

Nunca sabes cuándo vas a necesitar un médico por que viene el parto de nalgas, un abogado para sacarte de algún follón, un cura por si las moscas detrás de la nada está Dios y ahora que en Pamplona no se pueden comprar libros en domingo, una librería, que es lo más parecido que hay a un balneario para el alma. Hay que tenerlo todo organizado de antemano, que con las prisas ponerte a buscar algo no es muy recomendable.

Tres librerías hay en este pueblo de 400 habitantes, alrededor de la plaza que dicen es casi tan grande como la pamplonesa plaza del Castillo. Por la hora que es, cerradas, obviamente, pero fuera de una encuentro un estante con títulos de una profundidad intelectual sorprendente, la mayoría de la colección Austral, la mítica sección de libros de bolsillo de la editorial Espasa Calpe.

El sosiego que algunos encuentran rezando el rosario, a mí me alcanza resolviendo otros misterios al leer los lomos de los volúmenes expuestos para su venta. Al final elijo tres. Don Quijote, Don Juan y La Celestina, de mi pariente por parte de abuela, Ramiro de Maeztu -asesinado por el terror rojo en Paracuellos-; Política de Dios, gobierno de Cristo, de Quevedo; y el Diario, de Stendhal.

Total, 10€ que pago por Bizum. Más contento que un niño el día de Reyes me voy con mi botín a buscar un bar en el que hincarle el diente con un café con leche.

Qué cerca están de casa los paraísos lejanos. Deseo que se consolide Urroz como destino biblioturístico que desde hace unos años persigue. Démosle un empujón y sigamos regando el oasis comprando libros para que no se seque. Estas son de las iniciativas arriesgadas que merecen perdurar en el tiempo. Ojalá entre todos, y ese todos incumbe también a las instituciones de Navarra, que tanto se les llena la boca con la palabra cultura y al final luego nunca se concreta en nada cultural, lo consigamos.  Y eso es todo.


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