• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Tras los Reyes, ahora a por los Sanfermines

Por Javier Ancín

El sintagma "en plena pandemia" ha dejado de tener efecto sanitario, afortunadamente, para ya solo operar en el disparatado plano de la moral. 

Lo malo de las fiestas es que tarde o temprano se para la música. Pocas cosas más deprimentes he visto en mi vida que un bar o una discoteca con las luces encendidas, medio vacía, con los desconchados a la vista y sucia como si hubieran pasado por el suelo una manada de ñus

La Navidad ha terminado. Una pena porque no ha ido mal. Por tener hemos vuelto a tener hasta gente en la calle, jolgorio colectivo, alegría compartida con desconocidos. Sienta bien salir de la gruta y encontrarse de nuevo, que la ciudad no sea solo ese lugar de tránsito sino también de reunión. Hasta un misántropo como yo lo echaba de menos, aunque solo sea para acumular motivos para echarlo de más. 

Vinieron los reyes, los niños disfrutaron, los adultos disfrutaron viendo a los niños disfrutar y todos contentos... o casi todos, que siempre hay cansosmaris: la pandemia, gritando mientras agitan una campaña, arrepentíos laicos pecadores y dejad de vivir si no queréis morir. 

La semana que viene me vacuno por tercera vez contra el o la o le covid, ojalá encuentren pronto también la vacuna contra los cansalmas de profesión. Si no sacas el Famobil de la caja no se te pierde su pistolica, eso es innegable, desde críos lo asumimos, pero tampoco juegas con él; y no hay cosa más absurda que tener un juguete con el que no puedes jugar.

Un aplauso desde aquí para los organizadores del Olentzero de Irroña, suspendiéndolo cuando nadie les obligó a ello para hacerse los guays -oh, qué responsables somos, más papistoak que el papak-, y presionar sus seguidores después (que no se note tanto la cagada, glups) para que no se celebrara la Cabalgata de Reyes tampoco, en plena pandemia, que terminó siendo un exitazo de público. Genialidad táctica. 

Público al que nadie obligó a asistir, recordemos, que ya hay que dejar por escrito hasta las perogrulladas más obvias. Cae agua del cielo: llueve. Sale el sol por la mañana: amanece. Quien por decisión personal quiso quedarse en casa: libertad

El alcalde Maya poniendo pie en pared ante el gobierno de Navarra cuando insinuó que había que prohibirla, en plena pandemia, ha acertado, haciéndonos olvidar por unos días su decepcionante plan de carriles bici y demás zarandajas de movilidad urbana que nos inmovilizan más a la inmensa mayoría.

El sintagma "en plena pandemia" ha dejado de tener efecto sanitario, afortunadamente, para ya solo operar en el disparatado plano de la moral. Es decir, soy mejor persona porque prohíbo más que tú. Pues métete en tu búnker y déjame en paz, buena persona. 

Hay gente que está deseando que le impongan normas, sin plantearse si son absurdas o no, para poder señalar a quien no las cumple. Yo soy mejor que tú porque en plena pandemia, ojo, en plena pandemia, en plena puta pandemia, voy con el dedo metido en el culo y tú no. Y te señalo con el dedo porque a cuantos más señalo con el dedo índice -con el de la otra mano, porque el primero, recordemos, lo tiene metido en el culo porque se lo han ordenado las autoridades en plena pandemia- mejor persona soy.

Y ahora, a por los Sanfermines. Ojalá el ayuntamiento organice unas fiestas por todo lo alto, que traiga a los Rolling Stones si hace falta, y al que no le guste, que se vaya a Salou como hemos hecho toda la vida Dios, que a nadie le obligan a meterse en la calle Jarauta a las tres de la mañana ni hoy, ni ayer, ni nunca. Ni en plena pandemia ni sin plena pandemia. Y eso es todo.


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