• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Sánchez convence al virus para que ya no contagie en exteriores

Por Javier Ancín

Mañana jueves podremos prescindir de las mascarillas en la calle menos de una semana después de que se ratificara su uso, también en exteriores. Le ha torcido las antenitas al virus él solo.

En una negociación sin precedentes, el Dios de los Dioses de los presidentes del gobierno mundiales que nos acaudilla en España, Pedro Sánchez, ha conseguido que el virus del Covid, mañana jueves, deje de contagiar por la calle. Gracias, Pedro, eres el primer presidente planetario que en menos de una semana... lo ha conseguido. Bravo. Hoy aún contagia, mañana ya no, como la leyenda de las garrotas que cuelgan en los bares de carretera.

No sé qué le habrá prometido porque Pedro es muy de prometer cosas para que le aprueben sus historias, pero el virus, señoras, señores, niños, niñas, jóvenes y jóvenas... mañana permanecerá en su casa, con su mentira, sus libros de virus y sus pelis de virus también, y no se paseará sembrando de contagios las calles españolas. Gracias, Pedro.

Mañana jueves podremos prescindir de las mascarillas que aprobaste su uso en exteriores hace menos de una semana, porque le has torcido las antenitas al virus, tú solo. Oh, qué maravilla. Solo así se entiende que hace menos de siete días fuera una medida imprescindible que tuviéramos que ir amordazados por las aceras y ahora, oh magia, oh fetiche, oh Sánchez, oh Psoe, oh su puta madre... ya no haga falta. Españoles, el virus ha dejado de contagiarnos por las calles. Retírense los bozales y, como dijo la ministra, sonrían, sonrían, vamos, no sean tímidos, necesitamos sonrisas, joder, porque el socialismo una vez más, os ha salvado. Y si no sonríen... multa. Al tiempo.

Calles españolas... que no vascas, ojo, porque a Urkullu le faltó tiempo para salir y levantar el dedito. Me parece una medida precipitada, dijo el desquiciado vasco, que lleva una pandemia con unos niveles de neurosis más altos que la antena del Pagasarri (gaseosa Cruz del Gorbea, pídela en tu Batzoki, la hostia).

Si algo hemos aprendido esta pandemia es que hay que tratarla antes que con perspectiva biológica o sanitaria, con perspectiva política e incluso, identitaria. Un aberchándal se tiene que diferenciar de un español hasta en el tratamiento de un virus. Punto. Que es eso de que un virus nos iguale. Un cuerno, queremos que nuestro virus actúe diferente. No queremos que Sánchez negocie por nosotros con él. Queremos estar en esa negotziatzioa.

Que tú sacas una aplicación española del móvil para rastrear el virus, Sánchez, yo saco la mía propia, la vasca, que para eso soy el dios Urkullu, el Juangoikoa (sic) para rastrear el virus vasco, que como todo el mundo sabe, es distinto, vamos, al que hay en el condado de Treviño, por poner un ejemplo al azar.

Que la realidad es que nos hemos gastado en las dos millones de euros tirados por el retrete... qué más da, joder, será por dinero, una vuelta de tuerca más en la gasolina o la luz o el gas o la electricidad a los sufridos contribuyentes y se paga la historia sola vía impuestos. No sabéis hacer el socialismo, coño, fachitas.

Esta negociación con el virus se tenía que haber producido a tres bandas: Sánchez, el virus y Urkullu sentados en la misma mesa. Tres sillas, una para cada presidente y otra aparentemente vacía, cuidado no se siente nadie sin darse cuenta y aplasta al virus, con su cartelito: Coronavirus/Koronabirusa.

Lo importante es la foto, que no sabéis tampoco las nuevas fórmulas novedosas de gobernar que tenemos en la izquierda, fachitas. Y eso es todo.


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Sánchez convence al virus para que ya no contagie en exteriores