• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

El xenófobo eres tú, aberchándal

Por Javier Ancín

El nacionalismo vasco no es que sea xenófobo, que también, es que su piedra angular, su cimiento más profundo, su razón de ser, su origen es el racismo más recalcitrante que podamos encontrar. 

Una de esas cosas sorprendentes que pasan en Pamplona es que el nacionalismo vasco en general y el partido de la eta en particular, ha declarado xenófobo al alcalde Maya. Acompañado del PSOE, la duda ofende, que no deja solos a sus socios ni a sol ni a la sombra de los patios de las cárceles. Así, sin anestesia, xenófobo por, apoyado en datos policiales y judiciales, declarar que en Pamplona tenemos un problema de delincuencia con los menas y allegados. El nacionalismo vasco, tú, frótense los ojos, que sí, que lo han dicho, acusando de xenófobo a nadie. Los del nosotros y ellos. Esos.

Los aberchándales son divertidísimos -desde el tiemble después de haber reído de La Codorniz lo digo, claro-, cuando se ponen estupendos y les da por soltar esta clase de majaderías. Salen al balcón, con su papo de personaje de Berlanga pero en siniestro, su jeta de piedra granítica de arrijachochaile morrosquico, y declaran a los cuatro vientos que van a reprobar al alcalde de Pamplona por xenófobo. Hannibal Lecter sermoneándonos sobre las virtudes del veganismo. Cojonudo.

Vamos a ver si nos centramos y explicamos lo básico que, de tan obvio, a veces se nos pasa. El nacionalismo vasco no es que sea xenófobo, que también, es que su piedra angular, su cimiento más profundo, su razón de ser, su origen es el racismo más recalcitrante que podamos encontrar. Es decir, el nacionalismo vasco si por algo surge es porque creyéndose una raza diferente y superior, quieren independizarse de las inferiores para declararse sujeto político, gobernarse a sí mismos porque son los puros.

Dicho de otro modo, solo mi tribu es digna de habitar esta tierra que ellos llaman... ¿cómo la llaman?, que hace dos teleberris, en 1986, el periódico de la eta se refería a ella sin problema como Vascongadas; y fuera de ese grupo racial que componen los elegidos no hay nada, como mucho, sometimiento y silencio del maketo, que alguien tiene que ser el sirviente, el puto paria, que limpie las letrinas de la raza suprema vasca. Vives aquí, españolazo, pero no eres de aquí. De aquí solo somos nosotros, los aberchándales.

Que parece que esas películas en sepia que nos ponían en la asignatura de Prehistoria, en la carera, de un Barandiarán iluminado y fanático midiendo cráneos por los cementerios vascos, buscando el hecho biológico diferencial, racial, me lo he inventado yo, joder. O el coñazo que daban con el RH- hasta que la codificación del genoma humano, más allá del año 2.000, que no hablamos del jurásico, demostró que el ser humano tiene más de un 60% de genes compartidos con la mosca común o que, entre los humanos, las diferencias son del 0.01%. Dicho de otra forma, somos todos los hombres calcos genéticos al 99.9%

¿De verdad que tenemos que recordar las declaraciones de su atxitxe Arzallus sobre el tema, sentenciando implícitamente que hay razas buenas y malas, superiores e inferiores, pero que si hablan su idioma ideológico pueden salvarse, cambiar de status, ser toleradas? Pues nada, ahí las tienen, por si alguien no las recordaba: "No soy racista. Yo prefiero a un negro, negro, que hable euskera que a un blanco que lo ignore". 

¿De verdad que tenemos que recordar que el partido de la eta justifica que se asesine a personas que no pensaban como su Corpus de dogmas monolíticos aberchándales dicta? ¿De verdad que tenemos que recordar sus mil asesinatos en el altar de su xenofobia, a mayor gloria de ella? ¿De verdad que tenemos que recordar como esa ideología nacionalista vasca presionó a una pobre chica de Alsasua hace un año para que se pirara del pueblo por no ser de su tribu, la tribu elegida, por atreverse a tener un novio ajeno a ella y enfrentarse al clan, sin encontrar ningún apoyo en las instituciones que el aberchandalismo copa cuando tuvo que largarse porque habían convertido su vida en un infierno? 

¿Quién es el xenófobo ahora, aberchándal mío? Vamos, tira, anda, no me jodas. Deja de decir sandeces. Y eso es todo.


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