• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Osasuna comienza a dosificar esfuerzos

Por José Mª Esparza

Lo importante son los tres puntos, y éstos quedaron a salvo. A partir de ahí, el partido no pasará precisamente a la historia del fútbol.  De los peores de la temporada, pero tiene su explicación.

Partido entre Osasuna y Nastic correspondiente a la vigesimo octava jornada de liga. MIGUEL OSÉS 3
Partido entre Osasuna y Nastic correspondiente a la vigesimo octava jornada de liga. MIGUEL OSÉS 3

Bastaba y bastó con marcar un gol al Nàstic, siempre que la puerta propia quedara a cero. El objetivo no parecía difícil para un equipo en racha, que destaca últimamente por su solvencia defensiva, y que tenía enfrente al colista de la categoría. La planificación del juego se hizo en función de las coordenadas expuestas, y así salió… posiblemente el peor de la temporada en El Sadar. Sin ritmo, con demasiados altibajos, excesivo conservadurismo, juego espeso, y toda una segunda mitad tirada a la basura.

No obstante, la victoria resulta indiscutible. El Nàstic dejó la imagen del peor equipo que ha visitado Pamplona, sin imagen de conjunto, donde nadie sabía qué hacer con el balón a excepción de Thioune, partido en mil pedazos, con enfrentamientos declarados entre sus jugadores… Apenas crearon peligro, pese a gozar de oportunidades para empatar, opción que los pupilos de Jagoba Arrasate no valoraron en su justa medida. Al final, si siquiera este dato resultó relevante. Lo importante era ganar y se ganó.

Osasuna llegó a la cita diezmado, y en ningún momento del encuentro demostró frescura en sus hombres, algunos notablemente castigados por el esfuerzo acumulado en lo que va de temporada. Además, Clerc incrementó ante el Nàstic la lista de bajas. La plantilla es justa, parece muy tocada físicamente, y quedan catorce partidos (trece sin el Reus). Es decir, la alineación inicial denotó carencias, y los titulares dosificaron cuanto pudieron el esfuerzo físico.

La película del partido no puede resultar más sencilla: quince minutos iniciales intensos, bajonazos periódicos durante el resto de la primera mitad, premiada con un gol fantasma, y a contener toda la segunda parte, con un once demasiado descompensado, desordenado, y con la orden de sálvese quien pueda. Eso sí, la grada festejando por todo lo alto los tres puntos. Hasta cantando “Osasuna échale güevos” disfrutaba. Ni siquiera los espectadores parecían atisbar el peligro real del empate en una jugada desgraciada. Importaba más, por ejemplo, el estreno de Endika.

‘El Flaco’ Olavide volvió al once con más pena que gloria. Comenzó bien por la banda izquierda, pero el poco juego que recibió y unas alternancias difíciles de entender con Brandon, a la posición de punta, acabaron por diluirle en la mediocridad del conjunto, sin volver a encontrar su sitio en el campo. La otra novedad fue el relevo de Iñigo Pérez a Fran Mérida, que tampoco resultó. Finalmente tuvo que encontrar Mérida para dejar constancia de su mayor poderío, algo que en lo que tampoco acertó dentro del ‘totum revolutum’ en que había caído el conjunto.

Lo mejor, los tres puntos. Sin duda. A resaltar también la forma de conseguirlos, con exigencia pero menos esfuerzo del acostumbrado, con el freno de mano echado, sin presionar ni ejecutar las transiciones, bandera de identidad de este equipo. Nada importa al mirar la tabla clasificatoria, en mejores condiciones que la jornada anterior, pero todo hay que tener en cuenta si dentro de catorce jornadas, una eternidad, Osasuna quiere verse donde se encuentra.


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