CRISIS PRESIDENCIAL

Ministros y cargos del PSOE esperan que Sánchez «levante el teléfono» y les comunique su decisión «hoy»

El miércoles Sánchez no comunicó su decisión a ninguno de sus ministros

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Joan Guirado

El PSOE vive con su corazón en un puño por el anuncio que pueda hacer este lunes Pedro Sánchez. Nadie sabe qué va a decir. Tampoco nadie sabe a qué hora comparecerá. La mayoría de los ministros y los altos cargos del partido, abatidos, reconocían este sábado que «parece inevitable que dimita». Pero con Sánchez nadie se atreve a hacer apuestas. Sus colaboradores más cercanos sólo esperan que «descuelgue el teléfono a lo largo de este domingo» para, a diferencia de lo que ocurrió el miércoles, les informe a ellos de su decisión antes de comunicarla a la opinión pública. En todo caso, indican, «el lunes será un punto de inflexión».

Las formas de hace cuatro días, cuando colgó una carta en sus redes sociales anunciando un periodo de reflexión sobre si debía seguir o no en la Presidencia del Gobierno, causó un profundo disgusto entre algunos de sus colaboradores más cercanos. No entendieron que lo hiciera todo de forma tan secreta. Aunque es una estrategia muy habitual por parte de Sánchez. Hay quién este sábado no escondía su enfado por lo que consideraba «una falta de confianza hacia nosotros». Quien dice eso es ministro. Pese a todo, «el más absoluto respeto por una decisión personal».

El Partido Socialista ahora mismo está noqueado. Con una sensación de vértigo total. La mayoría teme por su propio pellejo, como Santos Cerdán y Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, cuyas carreras políticas han transcurrido en paralelo a la de Pedro Sánchez. Pero con una diferencia sustancial: ni Cerdán ni Celis cuentan con apenas apoyo entre los cuadros y las bases. Y el espectáculo de este sábado, con algunos ministros celebrando como si hubieran ganado una mayoría absoluta, parece que no sólo no servirá para cambiarle una decisión que «ya tiene tomada». Si no que, si finalmente eso ocurre y sigue, «habrá tomado nota de lo que ha visto». Por lo que lo más probable es que haga una profunda remodelación de su equipo.

Pedro Sánchez lleva desde el pasado miércoles encerrado en su residencia oficial del Palacio de la Moncloa. Ha dado días libres a su equipo de escoltas, según han confirmado varios funcionarios a este periódico, y únicamente ha salido por los jardines del complejo presidencial a correr. No ha tenido contacto físico con más gente que su familia. Y por teléfono sí ha hablado con algunos líderes internacionales, como el líder de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abás; el rey de Jordania, Abdallah ll; o el presidente de Brasil, Lula da Silva. También se ha intercambiado mensajes con alguno de sus ministros y barones como Salvador Illa. Pero sin ser demasiado expresivo, explican quienes han hablado con él.

Aunque formalmente Sánchez está reflexionando, en una suerte de retiro espiritual en su propio domicilio, está al corriente de todo lo que está pasando. Ve la tele, escucha la radio, lee los periódicos. «Más que nunca», dice un colaborador suyo, «está revisando lo que se publica, lo que se dice y la defensa que hacen de él y de Begoña Gómez en su propio partido». Porque los ataques a su esposa es la gota que ha colmado el vaso. Pero el presidente del Gobierno se siente también «traicionado» por los que él mismo nombró y en los que depositó su confianza.

Lo que ocurra el lunes únicamente lo sabe él. Y aunque Pedro Sánchez es un habitual de los cambios de opinión –se ha visto con los indultos o la amnistía, sin ir más lejos–, pocos creen que vaya a revertir la decisión que todos creen que tiene tomada desde el miércoles. «Sólo hay una persona que puede cambiarle de opinión», relataba a última hora de la noche de este sábado una ministra suya, «y esa persona se llamaba Begoña Gómez». La mujer de la que el presidente dice estar «profundamente enamorado».

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