Sociedad

Barcelona acoge los avances que están revolucionando el uso terapéutico del microbioma

La investigadora Mariona Parera, del grupo de Genómica Microbiana de IrsiCaixa. IrsiCaixa
La composición y actividad de la microbiota intestinal pueden determinar la respuesta del cuerpo ante infecciones, enfermedades complejas, medicamentos e, incluso, vacunas.

Barcelona acoge esta semana una nueva edición del congreso internacional The Barcelona Debates on the Human Microbiome, que se celebra los días 26 y 27 de junio en el Museo de la Ciencia CosmoCaixa.

El evento, organizado por IrsiCaixa —centro impulsado por la Fundación ”la Caixa” y el Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña—, coincide con el Día Mundial del Microbioma y reúne a expertos líderes en investigación microbiana.

El congreso pone el foco en los avances que están revolucionando el uso terapéutico del microbioma, un campo con un impacto creciente en la salud humana.

La microbiota intestinal, es decir, el conjunto de microorganismos que habitan el intestino, influye directamente en la respuesta del organismo ante infecciones, enfermedades complejas, fármacos e incluso vacunas.

El microbioma, término utilizado a menudo como sinónimo, hace referencia al conjunto de genes de estos microorganismos y a su impacto funcional.

La edición de este año está coordinada por Bonaventura Clotet, director de IrsiCaixa; Francisco Guarner, médico emérito del Instituto de Investigación del Hospital Vall d'Hebron; y Roger Paredes, investigador principal de IrsiCaixa y jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Germans Trias i Pujol.

“El conocimiento actual nos permite empezar a intervenir sobre el microbioma de manera selectiva, precisa y segura. Esto abre escenarios terapéuticos que hace solo diez años eran impensables”, ha destacado Guarner.

Una de las vías más prometedoras para intervenir en el microbioma son los productos bioterapéuticos vivos (LBP, por sus siglas en inglés). Según Paredes, “se trata de medicamentos biológicos formados por bacterias vivas, cultivadas en condiciones controladas en el laboratorio, que se administran de forma específica con fines terapéuticos”.

Uno de los estudios destacados del congreso será el presentado por Bernat Ollé, CEO de la biotecnológica Vedanta Biosciences, sobre VE303, un bioterapéutico compuesto por ocho cepas del género Clostridia, diseñadas para prevenir la recolonización de Clostridioides difficile, una bacteria causante de infecciones intestinales recurrentes.

Actualmente, una de las opciones más utilizadas para tratar estas infecciones es el trasplante de heces, que permite restaurar la microbiota intestinal sana, pero presenta dificultades para controlar qué microorganismos se transfieren y conlleva riesgos de transmisión de patógenos.

“Con VE303 queremos ofrecer una alternativa segura, estandarizada y eficaz a los trasplantes de heces, que, aunque útiles, presentan limitaciones”, ha explicado Ollé. “El compuesto ha mostrado buenos resultados en seguridad y eficacia, y pronto comenzaremos la fase III del ensayo clínico, el último paso antes de su aprobación”.

La investigación en microbioma también se centra en los metabolitos que producen las bacterias. Un estudio reciente en el que participa María R. Aburto, investigadora del APC Microbiome Ireland y ponente del congreso, ha demostrado que dos metabolitos de la microbiota, el butirato y el propionato, pueden proteger la barrera hematoencefálica, una estructura clave que resguarda el cerebro de sustancias tóxicas.
“Nuestra investigación demuestra que los metabolitos de la microbiota pueden actuar directamente sobre el cerebro para proteger sus barreras naturales”, ha explicado Aburto. “Esto abre la puerta a nuevas terapias para fortalecer la barrera hematoencefálica y prevenir daños en situaciones de neuroinflamación o enfermedades neurodegenerativas”.

El papel del microbioma también se está explorando en el campo del VIH. Investigadores de IrsiCaixa trabajan actualmente con tres productos bioterapéuticos vivos —VE800, VE417 y VE804— en modelos preclínicos, para evaluar cómo afectan a la composición de la microbiota y si pueden mejorar la respuesta de las células T inducida por una vacuna terapéutica.
“Estamos explorando cómo el ecosistema intestinal puede condicionar la eficacia de las vacunas y si podemos modularlo para obtener mejores respuestas inmunitarias”, ha explicado Paredes. “Esta investigación sitúa al microbioma no solo como biomarcador, sino como herramienta terapéutica en sí misma”.