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Una bodega de Navarra recolecta por primera vez una variedad de uva recuperada desde la Edad Media

Una vista general de las bodegas Otazu.
La conocida bodega ha dado comienzo a la vendimia de este año con grandes expectativas, impulsada por un clima excepcional que ha favorecido la maduración óptima de sus uvas.

La Bodega Otazu ha dado comienzo a la vendimia de este año con grandes expectativas, impulsada por un clima excepcional que ha favorecido la maduración óptima de sus uvas y, sobre todo, por un hito histórico en su producción: por primera vez en la historia moderna de la bodega, se recolectará la variedad autóctona Berués, una uva originaria de la Cuenca de Pamplona, cuyo cultivo se remonta a la Edad Media y que ha sido recuperada tras años de investigación y desarrollo.

La campaña comenzó con la recolección de la variedad Chardonnay, una de las uvas blancas más representativas de la bodega. Las primeras semanas de septiembre, marcadas por lluvias combinadas con días soleados y vientos del norte, crearon las condiciones perfectas para una cosecha prometedora. Las uvas de Chardonnay, jugosas y tersas, están listas para ofrecer vinos frescos y vibrantes, con notas a cítricos y flores. En la bodega, ya ha comenzado un proceso de vinificación cuidadoso que busca resaltar la máxima expresión del terroir característico de Otazu.

No obstante, el verdadero acontecimiento de esta vendimia es la recuperación y recolección de la uva Berués, una variedad de uva tinta que había quedado casi en el olvido. Tras años de trabajo de recuperación, Otazu ha logrado replantar esta uva y devolverla a su antiguo esplendor. Se espera que su vendimia tenga lugar a finales de septiembre, cuando las uvas alcanzarán su punto óptimo de maduración, presentando intensos colores púrpuras y un perfil aromático que combina flores y frutos rojos.

La Berués es mucho más que una variedad de uva; representa un vínculo directo con la historia vitivinícola de la región y un testimonio del compromiso de la bodega con la preservación de su patrimonio cultural. Esta variedad se cultivaba en la Cuenca de Pamplona desde tiempos medievales, pero, con el paso de los siglos, su producción fue quedando relegada. Gracias a la labor de recuperación llevada a cabo en los últimos años, Otazu ha logrado rescatar esta variedad y devolverla a su entorno natural, combinando tradición e innovación en un mismo proceso.

Este regreso no solo es un homenaje al pasado, sino también una mirada hacia el futuro, ya que la Berués promete sorprender con vinos de gran personalidad, con matices complejos y una textura envolvente que invitará a los consumidores a redescubrir sabores ancestrales.

La vendimia de 2024 en Otazu continuará en octubre con la recolección de las variedades tintas Merlot y Cabernet Sauvignon, culminando un ciclo que ha estado marcado por una calidad excepcional y un ambiente de gran entusiasmo entre los trabajadores de la bodega. Cada racimo recolectado es el resultado de años de dedicación, esfuerzo y respeto por el entorno.

El equipo de Otazu trabaja con la firme convicción de que esta vendimia quedará grabada en la memoria no solo por la calidad de los vinos que resultarán de ella, sino también por el significado especial que conlleva la recuperación de una uva autóctona tan valiosa como la Berués.

Con su mirada puesta en el futuro, pero con los pies firmemente anclados en la tierra que los vio nacer, Otazu reafirma su compromiso con la innovación, el respeto por el medio ambiente y la preservación de su legado histórico, todo ello en un entorno donde el vino y el arte contemporáneo se fusionan para crear una experiencia única.

Otazu, propiedad familiar ubicada en el norte de España, no solo es conocida por su producción vinícola, sino también por su relación con el arte contemporáneo, que forma parte integral de la bodega. Con más de 150 obras de arte integradas en sus espacios, Otazu es un lugar donde el arte y el vino se encuentran en perfecta armonía, reflejando siglos de tradición vitivinícola que han dado forma a su identidad actual.

El 2024 será, sin duda, un año para recordar en la historia de Otazu.