La invisibilidad más grande

El artista plástico, Salvatore Garau ha logrado vender una escultura inmaterial.
Lo importante es ver aquello que es invisible para los demás.

Ya lo decía Antoine de Saint-Exupéry en su célebre libro, El Principito, apuntando que “lo esencial es invisible a los ojos”, lo que viene a significar que el verdadero valor de las cosas no siempre es evidente a la vista, sino que hay que apreciar con el corazón lo que realmente importa, como el amor, la amistad y los sentimientos genuinos.
Y yo añadiría… y las obras de arte.

¿Ustedes se acuerdan del cuento escrito por Hans Christian Andersen, El traje nuevo del emperador?

Ese que versa sobre un emperador que encarga a dos sastres un nuevo traje que solo podrán ver las personas inteligentes. Nadie, ni el propio emperador, es capaz de ver ese misterioso traje, pero no se atreven a reconocerlo, porque tienen miedo de que los demás les tomen por tontos.

Les pongo en situación.

Un artista plástico, Salvatore Garau para más señas, ha logrado vender una escultura inmaterial –es decir, que ni siquiera existe– por la cifra récord de 28.000 euros. La obra se titula Delante de ti, y de ella solo existe el certificado de autenticidad.

La galería que lo subastó presentó la obra de esta manera:

Delante de ti. Escultura inmaterial para colocar en un espacio libre de cualquier estorbo. Dimensiones variables, aproximadamente 200 x 200 cm. Obra acompañada de un certificado de autenticidad emitido por el artista. Obra archivada con el n.º IM5. Procedencia: Colección particular, Milán. Estimación: 12.000 – 16.000 €.

La venta de la primera escultura inmaterial del artista, titulada Io sono, se vendió por 15.000 euros, obteniendo la noticia una repercusión internacional.

El artista lo explicaba así: «El vacío no es otra cosa que un espacio lleno de energía que se condensa y se convierte en partículas, en fin, ¡en nosotros! Y aunque lo vaciemos y no quede nada, según el principio de incertidumbre de Heisenberg, esa nada tiene un peso. Cuando decido exponer una escultura inmaterial en un espacio determinado –concluye el artista–, ese espacio concentrará una cierta cantidad y densidad de pensamientos en un punto preciso, creando una escultura que, desde mi título, solo tomará las formas más variadas».

De la escultura inmaterial, el comprador solo se llevará, pagado a precio de oro, el certificado de autenticidad firmado por el artista.

Les voy a ser sincero.

En un primer momento había pensado en trasladarles este texto, simple y llanamente, en blanco.

Y así ustedes, de ese espacio vacío y lleno de energía en forma de letras, podrían advertir mi ritmo, mis pausas, mi utilización de verbos en vez de sustantivos, mi ordenación de los componentes de la oración, mi sintaxis sencilla y bien ligada.

Pero claro, puede haber alguien que no lo vea o lea y, por ende, no pueda advertir mi invisibilidad. Que no imbecilidad, que es otra cosa.

Al fin y al cabo, ojos que no ven…