Yo he visto cosas que vosotros no creeríais

Calles vacías en Pamplona durante el estado de alarma decretado por el Gobierno central con motivo de la crisis del coronavirus. EFE/ Jesús Diges

El pasado sábado, 21 de marzo, confinados cada uno en nuestro hogar a consecuencia de esta pandemia que asola el mundo “celebramos” (disimulen esta expresión) el Día Mundial de la Poesía.

Era el año 1839.

En la ciudad de Dublín una preciosa niña de cabellos anaranjados emitía sus primeros sonidos similares a los maullidos que hacen los gatitos.

Su nombre, Kathleen, aunque con los años sería más conocida por el nombre de Grace.

Esta joven escritora plasmó en un papel en 1869, con apenas treinta años, un breve poema que en estos tristes días que nos toca vivir parece extraído de las profecías de Nostradamus.

Quizá, sólo quizá, de la autora emana aquella frase mundialmente célebre de la película, Blade Runner, que reza así: ‘Yo he visto cosas que vosotros no creeríais’.

Poema de Kathleen O’Meara (1869)

Y la gente se quedó

en casa

Y leyó libros y escuchó

y descansó, e hizo

ejercicios

e hizo arte y jugó

y aprendió nuevas formas de

ser.

Y paró

y escuchó más en

profundidad.

Alguno meditaba;

alguno rezaba;

alguno bailaba;

alguno encontró la propia sombra.

Y la gente comenzó

a pensar de manera

diferente.

Y la gente se curó.

Y en la ausencia de gente

que vivía

de manera ignorante,

peligrosa,

sin sentido y sin

corazón,

también la tierra

comenzó a curarse.

Y cuando el peligro

terminó

y la gente se encontró

sufrieron por los muertos

e hicieron nuevas elecciones

y soñaron nuevas imágenes

y crearon nuevos modos

de vivir

y curaron

completamente la tierra

de la misma manera que se habían curado ellos.