Entre el verano y el otoño hay algo

Dos grandes árboles en un bosque. ARCHIVO

Hermosas son las estaciones todas para el mortal que en sí guarda la dicha (Rosalía de Castro).

Entre el verano y el otoño hay algo.

Dentro de un sonajero de plácidas horas

se sucede un atardecer rosado.

El bañador de flores comienza a deshojarse

y como un susurro perfumado

(en un balanceo de olas nuevas y viejas)

despierta una noche con aroma a despedida.

Hay algo.

Entre el verano y yo hay algo.

Recolecto conchas en mi paseo nostálgico

y añoro,

(disimula mi rayo enamorado),

el estío diamantino donde ayer

-misterio de luz y vida y pensamiento-

entoné nuestra romántica armonía.

Hay algo.

Entre tú y el otoño hay algo.              

Navega en la brisa una esencia

a caracola y eco mojado.

Un suspiro de estío se eleva.

Se pierde entre las horas.

Se va alejando.

Las ramas ya empiezan a desnudarse.

La mar se duerme. Está soñando.

¿Lo ves? ¿Lo estás viendo?

Hay algo.

Entre tú y yo hay algo.