'La Virgen Roja', lección de historia sin condescendencia

Alba Planas y Nawja Nimri en La Virgen Roja

Paula Ortiz consigue hacer una película de la 2ª República entretenida y, ojo, nada panfletaria.

Uno de los títulos presentados a Selección Oficial del Festival de San Sebastián era “La Virgen Roja”, de Paula Ortiz. Descubrimos a esta directora en 2015 por “Bodas de sangre”, alabada por su capacidad de crear simbolismo y narración visual.

Sinopsis: Hildegart es concebida y educada por su madre, Aurora, para ser la mujer del futuro, convirtiéndose en una de las mentes más brillantes de la España de los años 30. A sus 18 años, Aurora teme perder el control sobre su hija y hace todo lo posible por impedir que Hildegart se aleje.

Aquí Paula está acompañada de Alba Planas, protagonista de la recomendable serie juvenil de Movistar, “Skam”, y de Nawja Nimri que está viviendo un segundo estrellato gracias a “Vis a Vis” o “La casa de papel” y que siempre resulta convincente y magnética.

Viendo la rueda de prensa (os prometo que no tiene desperdicio) de la película estaba claro que la intención de la cinta no era propagandística sino transmitir el ambiente y las ideas de la 2ª República y de ese momento e Europa(como la eugenesia). No tiene problema en alabar y criticar por igual tanto al Partido Socialista como a los anarquistas.

Por encima de todo, habla de tragedia, de lo que pudo ser y no fue y de lo difícil que es estar preparado para el cambio. Explora cómo esta oportunidad única, de dos mujeres con recursos económicos y un sinfín de conocimiento, se fue al traste.

Tampoco tiene miedo de mostrar las incoherencias y el fanatismo de los líderes que acaban empleando los métodos con los que querían acabar: “Los sueños de la razón engendran monstruos”.

Ese fenómeno lo explicó muy bien Nawja en la rueda de prensa cuando su personaje, proyectando algunos de sus traumas, mantiene a su hija alejada del chico que le gusta: El comportamiento de Aurora tiene que ver con la represión sexual. Por eso, termina como termina porque… No lo vivo yo, no lo vives tú, no lo vive nadie. Esto no va de esto, va de esto… Claro, va de lo que tú quieras.”

A pesar de todos estos grandes temas, la película se mueve rápido, es entretenida y posee una sensación de tragedia que funciona como motor narrativo. Se agradece que no se centre en los grandes iconos políticos de esa época y sí se consigue incorporar ciertos elementos visuales que la alejan del film tradicional histórico español. Por último, hay muchas ideas que riman con el presente sobre las que reflexionar.

Ya la tenéis en los cines Yelmo Itaroa y Baiona.