El abertzale mira Tudela como si fuera Marte

Cohete anunciador de las fiestas de Santa Ana de Tudela. PABLO LASAOSA
"Si después de 1500 años de historia de Navarra no has entendido que no puedes encorsetarlo en un paranoia que te has inventado hace 100 años en un valle sombrío de Guipúzcoa lleno de cagadas de vaca, no podemos hacer mucho más para ayudarte".

Vaya por Dios, tanto mirar los aberchándales hacia Vitoria, San Sebastián, Bilbao... o peor, Eibar, Oyarzun, Baracaldo, Arrigorriaga o Lapuebla de Labarca, acomplejaditos ellos, sumisos -sí, señork, lo ke usted kiera señork- que en su visita anual a Tudela, con motivo de las fiestas de Santa Ana, no crean que para ver qué problemas e inquietudes tienen por la Ribera, se han quedado espantados.

No deja de tener su coña verles desorientados, aturdidos, completamente asustados por lo que ven y no entienden. Unos, los más sinceros, es decir, los menos, concluyen resignados: Tutera no existe. Después de décadas de bombardeo aberchándal, miles y miles de millones de pesetas primero y ahora de euros gastados en fomentar una euskoidentidad artificial, tirados como agua al Ebro. No hemos conseguido nada, siguen siendo tan españoles como siempre... y gratis, que ahí nadie mete pasta para que se sientan así, lo hacen porque les brota y punto. Anda y pínchales una vena a los de Tudela, a ver qué sale ahí.

La segunda ciudad de su Navarra homogénea, la que nos venden como absoluta y completamente aberchándal, oprimida por el estado opresor español porque lo necesitan para su turra, su euskoturra, su 'independenchia' a base de turra e irrealidad, les sale rana. Croa, croa... Nafacroa.

Con todo, la mayoría, como el que le pilla a su pareja con 'otre' en su cama y ve derrumbarse su mundo, busca una explicación más fantasiosa a semejante película de terror: son todos turistas españoles, de Zaragoza, ahí no hay navarros. Como si los de Zaragoza en masa no tuvieran otra cosa que hacer un miércoles a las 12 del mediodía que meterse a mogollón en el cohete de Tudela, con el único objetivo, además, de joderles a ellos, a los puros, a los aberchándales de Irroña p’arriba.

Los más txalados claman que son todos guardias civiles, pero todos. Los más avispados hacen zoom en las fotos y, Dios santo, una bandera de España con el escudo del Zaragoza, gritan. ¿Y cuál es el problema? Creo que hay una peña de tudelanos del Zaragoza. En Pamplona estamos cansados de ver camisetas del Bilbao (sic), equipo que no es que compre jugadores profesionales de Osasuna, que ellos sabrán, es que mercadea con niños de forma, dejémoslo en, poco ética y no se monta ningún escándalo.

Como todas las cosas reales, no los parques de atracciones siglo XIX como un bloque sólido de granito impermeable, a lo Port Aventura, que se han montado los aberchándales, las sociedades son un batiburrillo de ingredientes nada homogéneo. Si después de, yo qué sé, por decirte una cifra tocha, 1500 años de historia de Navarra como tal, reino de Pamplona, Navarra reino, reino castellano, provincia navarra española, departamento francés incluso, no has entendido que no puedes encorsetarlo en un paranoia que te has inventado hace 100 años en un valle sombrío de Guipúzcoa lleno de cagadas de vaca, no podemos hacer mucho más para ayudarte.

Contra tu propia historia, además, que los aberchándales reniegan de todas sus grandes figuras, desde Oquendo a Pio Baroja, Legazpi, Elcano, Blas de Lezo, Unamuno o el mayor intelectual que han tenido en los últimos 50 años, Jon Juaristi, porque no los consideran vascos sino españoles. Allá ellos y sus delirios.

Al final, lo único que ha conseguido este proyecto demente de aberchándales y socialistas gestado en Ferraz/Moncloa y en Bilbado, bacalado, es romper Navarra por la mitad, desgajarla en dos partes con una brecha cada vez más profunda donde nunca había existido división. Y que todo esto lo haya fomentado por puta cobardía, adhesión inquebrantable al líder Sánchez por un sueldico, perras, las malditas y miserables perricas de siempre, una tía de Cintruénigo, que sabe perfectamente cómo es la Ribera, tiene bemoles y sostenidos.

Enhorabuena, Txibite, ese será tu legado, una Navarra que ya no se reconoce a sí misma porque te la has cargado. Y eso es todo.