Asirón y la procesión de San Fermín por la ciudad de Batman

Joseba Asirón en la procesión de San Fermín de 2024. PABLO LASAOSA
Es lo que peor lleva, flipante, esa necesidad de que le quieran a toda costa que supura el tío, ese me vais a amar por cojones tan tóxico que a poco que rasques le brota siempre, como un sarpullido.

Vaya por Dios, al alikate del rencor, de la violencia política, de la discordia; al alikate de Irroña que no se acuerda si condenó o no, su mano derecha Abaurrea se acuerda perfectamente que no, el asesinato por parte de su ideología de un compañero de corporación, como fue Tomas Caballero, le han abucheado cuando desfilaba vestido de pingüino, en realidad de villano de Batman, por la iglesia de mi burgo, el de San Cernin.

Y le ha salido el cretino que lleva dentro. Mecachis. Al alikate que llegó al trono de Irroña no por los votos de Pamplona sino por los trapicheos en Madrid de Sánchez con Bildu… mecachis, mecachis, unos ciudadanos le han mostrado su disconformidad haciendo  uso de su libertad de expresión y haciéndole buh. Y no le ha gustado, el alikate ha empuñado el palo que llevaba, el caso es empuñar, la cabra tira al monte, amenazador, y se ha llevado los dedos arrogantes, sin rastro de la ironía de la mano de Ramón Gómez de la Serna, a la boca, para jugar con su labio belfo.

Luego ya, para desquitarse, se ha paseado por Curia, dos palmos sobre el suelo, milagro, milagro del ego sanado, donde los suyos le han aclamado e insultado a los que no son ellos. Lo de casi siempre. Que este año ya tocaron el pito para que, conseguidos
los últimos objetivos políticos aberchándales en la madrileña calle de Ferraz, ya no hacía falta pegar puñetazos para torcer voluntades, que Sánchez se las había regalado todas allí a los lejos, en negociaciones a 400 kilómetros de una ciudad a la que Asirón le tiene declarada la guerra a una de sus dos mitades.

Qué personaje más siniestro Asirón. Cuando él ha decidido, ahora no toca, que diría Pujol, las hostias y los salivazos en Curia han cesado, milagrosamente. Los berridos no, que esos le vienen bien para su proyecto de los buenos y malos en el que anda. Qué
personaje, tú... y cómo le revienta, a la manera de los dictadores de txokito bananero, que no le quieran. Es lo que peor lleva, flipante, esa necesidad de que le quieran a toda costa que supura el tío, ese me vais a amar por cojones tan tóxico que a poco que rasques le brota siempre, como un sarpullido.

Han convertido un acto solemne en las tomas falsas de una película de Tod Browning. Qué grotesco es todo, una procesión en honor al santo que da nombre a las fiestas transformada en un desfile por Gotham City donde el protagonista es el alikate. A misa no ha entrado, que allí no hay cámaras.

Yo sigo creyendo que Pamplona no existe. Esto es un invento de un rey francés, Carlos III, que no sabría ni pronunciar correctamente Navarra, que diría con acento circunflejo soy el Gueeeey de Navagggga, y una reina castellana, Leonor de Trastámara, que vinieron aquí y crearon de forma artificial un único núcleo urbano. No conocían la idiosincrasia de la peña y lo seguimos pagando seis siglos después.

Cuanto antes volvamos a la tradicional división en burgos, mejor nos irá a todos. Urge un proceso de autodeterminación de los barrios aberchándales. Que se queden ellos en sus burgos y el resto en los nuestros. Es imposible la convivencia con un
aberchándal porque fagocita el espacio completo. No te deja ni un mísero rincón en el que estar sin la turra. Tenemos un alikate que reina por puro odio contra la mitad de la ciudad y así va a seguir siendo. Urge independizarse ya del proyecto nacionalista de Asirón, que como bien expuso lúcidamente el presidente de la república francesa, Mitterrand, es la guerra. Y eso es todo.