Asirón no tiene ni idea de lo que es Pamplona

Fotomontaje de Joseba Asirón en el carril bici en la Cuesta del Labrit de Pamplona. IÑIGO ALZUGARAY
"Tú no estás ahí para imponer tus idas de olla a nadie, tú estás ahí para facilitar la vida a la gente".

Algún día nos tendría que contar Asirón por qué está obsesionado con la avenida de Pio XII o que se la cuente a su psiquiatra y nos ahorramos el resto sufrir sus nueras.

Su pulsión, como buen batasuno, es la de destruirla, demolerla, barrenarla, hacerla explotar, para tratar de construir en la escombrera quimeras que nadie pide, realidades paranoicas, locuras desquiciadas, calles que solo están en su fantasía, que es la pesadilla de la mayoría de los habitantes.

Meterle Goma 2 a una avenida de entrada y salida de la ciudad, que a su vez es la conexión rápida hacia las urgencias hospitalarias -por ahí van y vienen ambulancias a toda pastilla durante todo el día-, para reducirla de dos a un solo carril por sentido es estar como una regadera. Si algo bueno tiene esta gloriosa ciudad es que desde el principio está muy bien diseñada para moverse por ella en coche, trasporte público y caminándola: amplias avenidas, grandiosas aceras, repito, gigantescas aceras, y todo el mundo iba feliz. El cardo y el decumano ideado hace décadas funciona a la perfección.

Hasta que llegó jabalí y se fastidió todo. El furibundo odio de quien no se baja del coche oficial contra los pamploneses que usan el coche para sus desplazamientos es digno de estudio. ¿Solo quiere ir él, disfruta jodiendo la voluntad pacífica del personal, doblegándolo exclusivamente por demostrar quién manda o qué le pasa por la cabeza al jicho ese?

La gente no usa un medio u otro de transporte por capricho. Quien coge el coche es porque le facilita la vida, se la hace más cómoda, no porque sea un vago o un inconsciente o un insolidario o un facha. ¿Por qué el alikate Asirón no va en bici de Cizur al ayuntamiento? Porque no le resulta cómodo. Si fuera un avance ya habría creado un parque de bicis oficiales municipales para desplazarse por la ciudad con ellas. Buenos son los políticos para eso de vivir como Dios.

Empeñarse en construir una ciudad para gente que no existe -la bicicleta como medio de trasporte es completamente residual, el uso del coche es abrumadoramente mayoritario- es ir contra la propia ciudad y sus habitantes. Tú no estás ahí para imponer tus idas de olla a nadie, tú estás ahí para facilitar la vida a la gente y la gente quiere desplazarse mayoritariamente en coche. Así de sencillo.

Años y años de matraca con el carril bici de Labrit y ahora que está construido tiene un uso ridículo, por ejemplo. La secta de la bici ideológica, que no la bici como divertimento -yo soy ciclista deportivo, siempre he tenido bici en mi trastero y nada tengo contra lo que también soy-, tiene una sobredimenisión que no se corresponde luego con la realidad municipal. Hagan la prueba como la he hecho yo desde que esta moda alguien decidió que había que instaurarla. Siéntense un rato frente a los flamantes carriles bici y cuenten durante una hora, ciclistas, coches y peatones. Si la bici no fuera residual habría al menos tantas bicis como coches.

Es lo que hay, la ciudad es como la ciudad quiere ser, no como te gustaría que fuera. No podemos ir contra ella e intentar poner puertas al campo porque al final el campo siempre va a entrar dentro de nuevo. Imagínate que la neurosis del alikate fuera montar un carril nadador y tratar que todos nos desplazáramos a brazada limpia; y como no queréis ser partícipes de su chaladura, se dedicara a montar un caos en la ciudad contra el coche que la mayoría de los pamploneses libremente usa, a ver si así os ponéis el bañador.

Spoiler: no va a funcionar, pero eso lo sabemos solo los que no somos de izquierda. Un rojo siempre piensa que puede planificar la vida de la gente lo quieran o no, y como no aprenden, la vida de la gente, que es libertaria, les volverá a pasar por encima. Y eso es todo.