Y Pedro Sánchez nos apagó la luz

Una persona comiendo a la luz de las velas tras el apagón. IÑIGO ALZUGARAY

¿Por qué al día siguiente, con el mismo nivel de sol en España, los mismos cargos políticos decidieron quemar gas en las centrales de ciclo combinado como si no hubiera un mañana? Porque un segundo apagón podría ocasionar una revuelta social que sacara por la ventana de la Moncloa a Sánchez y su propaganda.

Lo bueno de tener amigos hasta en el infierno es que también los tienes en el mundo de la ingeniería.

Lo sabemos nosotros —decían mis colegas, resignados—, que solo somos una parte del engranaje de la generación de energía, cómo no lo van a saber ellos, que controlan toda la estructura.

No se puede mantener el sistema estable solo con energía renovable. La fotovoltaica no proporciona inercia, completamente necesaria para evitar las oscilaciones que tumbaron el lunes la red. Pero eso ya lo sabían, porque se lo habíamos avisado todos, hasta los suyos: los técnicos de la red eléctrica, una empresa completamente controlada por el gobierno. Tan controlada es, que tiene como presidenta a una ministra de Sánchez, cobrando medio millón de euros al año. Aunque ahora Sánchez quiera hacerte creer que es privada para quitarse el marrón de encima.

Emprendieron una carrera alocada de propaganda: vamos a ser el gobierno más ecologista de la historia mundial. Querían llegar al 100% de generación de energía renovable, cuando sabían perfectamente que era imposible. Se lo avisamos, se lo advirtieron hasta los técnicos que trabajan para el gobierno en la red eléctrica. Y tumbaron el sistema. El nuestro y el de Portugal, que, por las interconexiones entre los dos países, también fue arrastrado al abismo.

¿Por qué al día siguiente, con el mismo nivel de sol en España, los mismos cargos políticos decidieron quemar gas en las centrales de ciclo combinado como si no hubiera un mañana? Porque un segundo apagón podría ocasionar una revuelta social que sacara por la ventana de la Moncloa a Sánchez y su propaganda.

Sánchez, en la misma rueda de prensa, llegó al absurdo de dar las gracias a la energía nuclear francesa por su ayuda progresista y, a la vez, decir que la energía nuclear española es fascista y que hay que acabar con ella.

La forma de operar del sanchismo es siempre la misma: no dar jamás explicaciones, fiscalizar a la oposición, evitar asumir responsabilidades, encasquetárselas a otro y seguir, seguir sin pararse, que un follón oculte el follón anterior.

Claro que saben qué pasó, pero han mentido, como siempre. La mentira como arma política. Tú solo miente y no te preocupes de más; da igual que la mentira no sea coherente, miente que te creerán siempre.

Necesitan creerte, ya no pueden reconocer que han sido engañados, porque eso equivaldría a admitir que son gilipollas. Esa es la gran aportación de Sánchez a la política: puede mentir sin cesar, todo el rato, continuamente, sin disimulo. Ni se molestó en borrar su cuenta de Tuiter, que desmiente cada una de sus afirmaciones, porque da igual.

Buenos y malos, izquierda y derecha, público y privado. Ya sabes, la trinchera que el PSOE lleva levantando desde Zapatero en la sociedad para que los suyos le sigan fielmente, ciegamente, y ni se les ocurra votar al otro lado.

Porque estar del lado de Sánchez, del PSOE, es estar, automáticamente y pase lo que pase, del lado de la bondad. Sígueme, y sobre todo, defiéndeme, porque yo, Pedro Sánchez, haga lo que haga, soy lo que te convierte, votante, en buena persona.

Todos sabemos a lo que han venido a la política. Ahí tienes a Ábalos, su mano derecha y número dos del partido, del que no ha sido expulsado. Ahí tienes a su mujer, a su hermano, esas decenas de viajes en aviones oficiales al paraíso fiscal de la República Dominicana sin justificación. En fin, doña PSOE. Lo de siempre. Poder y más poder, es decir, un banquete infinito de pasta alla puttanesca.

La ideología izquierdista mata, el ecologismo remata. Los fachas sabemos desde hace mucho que la física no es ni buena ni mala… lo que no tiene es remedio. Y eso es todo.