No soportan que Osasuna vaya bien

Budimir celebra el gol con Kike Barj ay Aimar Oroz. IÑIGO ALZUGARAY
Todos tenemos conocidos aberchándales, ya sabemos qué pasa cuando tienes que juntarte con ellos y empiezan con el mitin, que como discrepes, follón. O cedes tú o un aberchándal no cede nunca, aunque la reunión se vaya al infierno.

La matraca, con k, es ese ruido de fondo, que te van aumentando de intensidad, para conseguir un fin aberchándal. Raka, raka, raka. Así andamos siempre en Pamplona.  Con todo. No descansa ni un segundo. Va saltando por los temas cuando detecta que hay poder que trincar. Raka, raka, raka...

Es una estrategia para crear incomodez, para hacernos vivir en ella porque la placidez es enemiga de lo aberchándal. Algo que va bien, que funciona, es más complicado que caiga de su lado, por eso hay que desestabilizarlo, para adueñarse del asunto. Si no hay guerra, cómo vas a ganarla. Hay que crearla.

El aberchandalato no busca que vayan mejor las cosas, lo que busca es controlarlas, aunque se las cargue. Eso sí, una vez que las controla se acabaron las discusiones sobre si van bien o mal: son nuestras y aquí ya no se habla más del asunto. Circule. A partir de ahora, puño de hierro.

Le vuelve a tocar a Osasuna. Su gran obsesión. Nunca han soportado que sea el espacio más neutral de la sociedad navarra. Si no es mío, puedo zarandearlo, y si se derrumba pues se ha derrumbado. ¿Qué más me da? Yo no quiero a Osasuna, yo quiero mi matraca.

¿Os acordáis de aquella vez que suspendieron los aberchandales el chupinazo? Pues lo mismo. Si para que sea mío lo tengo que destruir, que no exista, que no se pueda celebrar; bienvenido sea su retaso, su secuestro, su desaparición. Mi monserga sobre todo. Si no cubre algo mi monserga, ese algo puede ponerse en peligro hasta incluso hacerlo desaparecer porque no sirve a mis intereses políticos. Yo tengo un fin ideológico y todo lo que no me sirva para conseguirlo paso por encima como una apisonadora.

Todos tenemos conocidos aberchándales, ya sabemos qué pasa cuando tienes que juntarte con ellos y empiezan con el mitin, que como discrepes, follón. O cedes tú o un aberchándal no cede nunca, aunque la reunión se vaya al infierno. Primero el rodillo, siempre, aunque se cargue esa cena.

Como este año hay elecciones a la presidencia de Osasuna, ya está el aberchandalato, todos a una, intentando crear un ambiente tóxico para conseguir hacerse con el poder. La campañita es para verla. Sin cuartel. Sucia. A saco contra el entrenador. Enfrentándolo con el anterior más por una supuesta afinidad ideológica que deportiva. Qué bien va el Mallorca, qué desastre es Osasuna.

Si no sigues el día a día del equipo y te dejas llevar por ese ruido, por ese molesto zumbido, por esa carraca desagradable, pareciera que Moreno nos tiene descolgados en puestos de descenso y hay que echarlo a toda costa; y con él, a quien lo mantiene, el presidente. Jagoba no se merece que lo metan en este mejunje, pero les da igual, porque la monserga tiene que prevalecer. Primero la polarización y la trinchera.

La realidad es que Osasuna está séptimo, tiene 30 puntos, a dos del sexto que da acceso a plaza europea y en Copa del Rey va a jugar los cuartos de final. Esta jornada, aunque con los mismos puntos, hemos adelantado al Mallorca, el nuevo equipo del aberchandalato. Estarán de luto, pero que no se preocupen, la próxima jornada jugamos contra ellos, pueden bancar a los de la ensaimada para ganar, o sea, para que pierda Osasuna. Y eso es todo.