Navarra y su foralidad: un legado en riesgo
Auguro un incierto futuro al actual status de la Comunidad Foral. Mucho debe cambiar el escenario, aunque todo es posible en política. Algunas encuestas apuntan a una mayoría a favor de una Comunidad Foral, pero el riesgo de integración está latente.
Navarra, única de las provincias españolas citada en la C.E. de 1978, entre las CCAA que se formarían al amparo del art. 143 y concordantes de la Carta Magna, en 1983 eligió el primer Gobierno foral, con una presidencia socialista, según el procedimiento establecido en la Ley Orgánica 13/82 de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra, cuyo art. 1º dice: “Navarra constituye una Comunidad foral, con régimen, autonomía e instituciones propias, indivisible, integrada en la nación española y solidaria con todos sus pueblos”.
Los socialistas repitieron en 1987, pero desde 1991, durante 24 años, fue UPN (paréntesis por dimisión de un presidente socialista) el partido que, con pactos, gobierna en Navarra, incluso en 2011 con el PSN. Pero a partir de 2015 empieza la travesía en el desierto de UPN. Opino que fue una errónea decisión de la dirección del partido que, quizás con buena fe, propició aupar a la presidencia del Gobierno a una persona con currículo académico, pero ajena a la vida política de todos los navarros, y que abruptamente rompe el pacto de gobierno con el PSN. Desde esta nefasta gestión, son ya tres legislaturas en las que el conglomerado de partidos frente a la derecha navarra y española menoscaba sagazmente el status de la Comunidad Foral.
En la reciente apertura del curso político de UPN, su presidenta proclamaba: “El futuro de la comunidad foral se llama UPN” y “Hay que reconquistar Navarra, es el momento de UPN”. Y aunque comparto ese deseo de futuro, creo que el “momento” de UPN pasa por una grave crisis que viene desde esa ruptura con el PSN en la legislatura 2011-15 y no alcanzo a entender cómo UPN, solo, puede conseguir esa reconquista.
Reflexionaba públicamente el 28 de agosto de 2023 un notable expresidente del Gobierno, de UPN, sobre las elecciones del 23-J: “En UPN hay malestar con las estrategias seguidas y hay que hacer autocrítica”. Reconocía el “error de no concurrir con el PP” y abogaba por cambiar la política de pactos. Una de las causas que unos meses antes propiciaba la baja en el partido de quien esto suscribe, tras 40 años de afiliación. Aunque UPN siguiera siendo el partido más votado en las elecciones forales, ha dejado de tener protagonismo en el Gobierno, y la teoría del quesito ya no es aplicable a la vista de las manifestaciones que cito seguidamente.
La presidenta navarra, franquicia del ególatra mutante, okupa legal de Moncloa, manifestaba el 23 de junio de 2024: “Bildu tiene disposición a acordar y la relación con UPN es inexistente”. Y hace unos días la portavoz de su partido en el Ayuntamiento de la capital, en un escrito titulado La elegancia política, anunciaba un Plan de Convivencia donde se refería al “rechazo explícito de la exaltación del terrorismo”. Lo que no me cuadra, ni con lo que dice su presidenta ni con lo que votó en la moción de censura en el consistorio de la capital para sacar a UPN de la alcaldía.
Unas fechas antes, el 18 de febrero de 2024, el presidente del UPN manifestaba: “He ofrecido un pacto a Geroa Bai, lo valoró y al final dijo que no”. Y todavía más reciente, el mes pasado, el último alcalde de Pamplona por UPN: “Ya no hay ETA ni kale borroka, pero su proyecto político se va imponiendo”. Y añado: y consolidando, pues hasta el PS de Navarra ha perdido la N.
Pero más preocupante es la amarga experiencia de UPN ante los enfrentamientos con el PP, las deserciones e intercambio de personas y cargos de un partido a otro, que muy bien definía el presidente del PP en 2008, en escrito de 19 de abril de 2023, Juego de tronos, y que finalizaba: “A los votantes de centroderecha se nos plantea un gran dilema, pues tenemos que optar por unos o por otros, cuando las redes sociales están llenas de fotos en las que esos mismos posaban juntos hace cuatro días en amor y armonía y ahora se presentan en listas diferentes y a cara de perro. Una cosa está clara: el fracaso está asegurado”. Acertó.
No hace falta mucha agudeza para saber quién está en contra del status actual de la Comunidad Foral y nuestra historia, pues la ideología, acciones, manifestaciones y pactos del “sector progresista”: derecha nacionalista, izquierda abertzale, nacional y resto de izquierda (no debe existir la ultra) lo dan a entender en todo momento, ya que el centroderecha regional y nacional y la derecha (más derecha) lo tienen claro: están a favor, aunque mantengan ciertas diferencias.
Diferencias en el centroderecha que parecen estar en torno a la interpretación de la foralidad. Sobre ello, recuerdo escrito póstumo, de 3 de febrero de 2023, de un destacado profesional en el sector de Salud (que bien nos vendría ahora), senador y parlamentario de UPN, que decía: “Al PNV y a Bildu les trae un higa el tráfico de Navarra […] lo que desean es echar a la Guardia Civil. Navarra no es, ni más ni menos, en su identidad foral por asumir o no la competencia; lo importante es tener el derecho aunque no lo ejerza…”. Y también un portavoz de VOX el 15 de julio de 2023: “Los fueros no han traído ninguna ventaja para Navarra”. No creo que sea tan complicado conciliar algunos conceptos sobre la realidad de lo que hoy supone la foralidad.
Auguro un incierto futuro al actual status de la Comunidad Foral. Mucho debe cambiar el escenario, aunque todo es posible en política. Algunas encuestas (sin “tezanizar”) apuntan a una mayoría a favor de una Comunidad Foral, pero el riesgo de integración, o como se quiera llamar, sin prisa y sin pausa, está latente.
La cacareada polarización no es culpa del centroderecha, sino de los “progresistas” que han cambiado radicalmente su concepto de Navarra. Ahora prima la elegancia política y el Plan de Convivencia, y que con tal de “figurar” en el poder, apoyándose en sus chantajistas, imitan miméticamente al ególatra mutante que lidera el “desgobierno” de la nación. Y les traen al pairo los indicios de su corrupta gestión, igual que a sus socios, volviendo a los años ochenta de triste recuerdo para Navarra.
JOSE LUIS DIEZ DIAZ