Navarra sin freno ni marcha atrás
La obra de teatro estrenada en mayo de 1936 por Enrique Jardiel Poncela, Cuatro corazones con freno y marcha atrás, me sugiere el encabezamiento de este breve escrito, en relación con el riesgo de extinción del actual estatus de la Comunidad Foral. Dicen que Morirse es un error pudo ser el título de la citada obra del destacado, por su irónico humor, dramaturgo español, y eso puede sucederle a Navarra.
Con intención o por ignorancia, o con el ansia de detentar el cargo, y dejando hacer todo tipo de “negocios” a sus acólitos de gobierno, aceptando todo lo que proponen sus socios parlamentarios, dos de las tres últimas presidentas de la Comunidad Foral, curiosamente con notorio arraigo familiar en esta tierra —Ribera y Zona Media—, están abocando a gran parte de sentidos corazones navarros, pero muchos sumisos y callados, a un ininterrumpido deslizamiento “sin freno ni marcha atrás” por la rampa que conduce a la dulce muerte de la Comunidad Foral.
La reciente renovación y ampliación del protocolo de colaboración “sin límites” entre los gobiernos de Navarra y Euskadi, en la sede de este, firmados por la presidenta, son una muestra inequívoca de ese avance. Continúa así la labor iniciada, con más conocimiento, preparación y poso, por su antecesora —esta sí, con la bandera de Navarra en el acto protocolario—, y contando con el lógico beneplácito (o imposición) y silencioso aplauso de sus apoyos nacionalistas y separatistas.
Todo es posible, y más en política, y si esos corazones navarros reaccionan pueden ser “una gran mayoría de corazones con freno y marcha atrás”.