Navarra y los tres tercios: pactos, polarización y riesgo identitario

El Gobierno de Navarra y Bildu posan juntos tras la firma del acuerdo presupuestario. GOBIERNO DE NAVARRA
"La fractura de ese actual reparto de los tres tercios, dada la total adhesión y entrega del actual PS (Sin N) a sus socios, genera malestar, desánimo y probables abstenciones en próximas convocatorias electorales".

Adelanto que no me refiero a los tercios carlistas, sino a los aproximadamente tres tercios en que han reflejado las urnas el sentir del electorado navarro a lo largo de las últimas cuatro décadas. Ningún partido logró una mayoría absoluta, y siempre fue a base de pactos o abstenciones como PSN, UPN y G. BAI obtuvieron, alternándose, la presidencia del Gobierno en base a la “suma” de dos de los tercios.

Son varios los comentaristas navarros que han escrito sobre la imposición “progresista” y la progresiva y peligrosa polarización política, con la preocupante deriva del sector empresarial, industrial y económico, o el deficitario desarrollo de básicas infraestructuras de comunicación, así como el abandono del proverbial sector primario.

Sin embargo, el gobierno, sus medios y voceros afines sacan pecho del nivel de calidad de vida de la Comunidad foral, algo habitual desde siempre en las encuestas. Supongo que no se ha tenido en cuenta lo que el “progresismo” ha participado en la destrucción de empleo, crisis y cierres de pequeños y grandes centros industriales, el retraso (intencionado) y oposición a la ejecución de estratégicas infraestructuras y el grave desamparo de una creciente población marginal, sobre todo en la capital.

Los resultados electorales recientes en Extremadura constatan el manifiesto y esperado retroceso del “progresismo”, que se ha quedado en un 40% mientras la opción de la “derecha” ha alcanzado el 60%. Curiosamente, al contrario que en Navarra, comparando con los resultados de las últimas forales, donde “la izquierda antinavarra, la separatista, y una derecha nacionalista, como siempre, oportunista”, liderados por la franquicia del socialista (ególatra mutante) de Moncloa, aglutinó el 58% de votos y una holgada mayoría parlamentaria, dejando a la derecha, con cerca del 40%, en la oposición.

La terminología política ha evolucionado, y en Navarra, diferente al resto de CCAA (lo es históricamente), existe una triple opción que se opone al progresismo descrito en el párrafo anterior. Concurren a las elecciones un centro-derecha y una derecha nacionales y un centro-derecha foralista, con el denominador común de una Navarra diferenciada e integrada en la nación española.

Esta última, mayoritaria opción de las tres, a veces se pone de perfil y amaga con pactos entre parte del sector oponente, mientras la derecha más a la derecha insiste en el control de la inmigración ilegal, pero la realidad es que a los votantes de las tres opciones les une (no precisamente a sus dirigentes) mucho más que lo que les distancia o les separa.

La fractura de ese actual reparto de los tres tercios, dada la total adhesión y entrega del actual PS (Sin N) a sus socios del “tercio antinavarro-separatista”, y la grave situación de corrupción que rodea al PSOE, genera malestar, desánimo de sus votantes con deserciones y son probables abstenciones en próximas convocatorias electorales, lo que debe ser estratégicamente aprovechado por el tercio hoy en oposición, y evitar el riesgo identitario que acecha a la Comunidad Foral.

Apoyo la petición del Arzobispo a los políticos, realizada en la clausura de Año jubilar de la Esperanza: tolerancia y entendimiento, y lo anhelo para el año que comienza. Dichoso y esperanzador 2026.