Pedro Sánchez, García Page y el fulanismo político

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez , durante su reunión con el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano Garcí­a-Page, en La Moncloa. EUROPA PRESS
"El cinismo y desvergüenza del presidente Sánchez tiene desnortado a buena parte de ciudadanos de buena voluntad e incluso a alguno de sus barones territoriales".

De la política y de los políticos cada vez se espera menos, pues su tarea parece reducirse con una frase de hace más de un siglo, de Miguel de Unamuno a “el reparto y consumo del presupuesto”, y en España se sigue en parte esa tradición pues la distribución del dinero extraído del bolsillo de los contribuyentes, no es práctica inusual al tratarse de afines políticos, seguidores, familiares (nepotismo) y en algún caso "conseguidores", además de satisfacer los intereses espurios de alguno de sus socios para conseguir sus votos y continuar en el cargo cueste lo que cueste.

Fulanismo político denomina Unamuno a la tendencia a dar indebidamente más importancia a una persona concreta que a una ideología, primando el “partidismo” personal sobre la doctrina. España no fue ajena a este fenómeno a lo largo del primer tercio del siglo pasado, y ahora se ha implantado el fulanismo debido sin duda a una sociedad adormecida, cegada y engañada por la manipuladora propaganda del gobierno.

Las increíbles decisiones y acuerdos, de la persona que mantiene la presidencia del gobierno nacional, a las que periódicamente nos tiene acostumbrados aceptando chantajistas pactos con partidos cuyo objetivo es la ruptura de la nación, es algo que no tiene explicación desde una genuina concepción del socialismo español.

La ciudadanía se encuentra inmersa en una situación extraña, pues desde una ideología o doctrina socialista reconocible se ha pasado al sanchismo o un fulanismo esperpéntico, cada día con una idea, una propuesta, siendo capaz de modular, reconvertir y cambiar incluso espontáneas propuestas de sus socios, al tiempo que transformar en constitucionales los chantajes de los “aliados” separatistas.

El cinismo y desvergüenza del presidente tiene desnortado a buena parte de ciudadanos de buena voluntad e incluso a alguno de sus barones territoriales, ya que este “fulanismo” se basa en la adhesión en torno a su persona, que con su sola presencia y supuesta prestancia, se convierte en el solucionador de todos los problemas, algunos de ellos creados por él mismo, tratando de potenciar su narcisismo y egocentrismo.

Por todo ello, es donde encuentro inexplicable la contumaz pero ineficaz posición crítica de uno de los barones socialistas, único que gobierna con mayoría absoluta en una de las grandes comunidades autónomas, tanto por su extensión como su españolidad, y tiene una representación de sus cinco provincias de ocho diputados en el Congreso de la Nación.

Y como ejemplo de sus críticas transcribo recientes declaraciones del citado barón autonómico disidente: “En este país hemos llegado a un punto de sectarismo y cainísmo verdaderamente increíble. Y alguien encima quiere celebrar el comienzo de la Transición política” en irónica alusión al fallecimiento hace 50 años de Franco.

“La realidad es que no se puede pactar lo que se está pactando sin vender tus valores y sin caer en la hipocresía de haber hecho lo contrario de lo prometido”.

“Que no me vengan con cuentos chinos de muros frente al trumpismo, frente a la extrema derecha, sobre todo cuando está pactando con la peor”. Asimismo, añade: “Seguir siendo un asidero para los socialistas desconcertados y trabajar para que puedan vislumbrar un PSOE reconocible”,

Inconcebible la pasividad de este disidente barón, pues estando en semejante desacuerdo con el “jefe” del partido en que milita, debiera adoptar otras efectivas medidas, incluso la baja del partido, hasta su hermano gemelo lo hizo, o si tiene influencia, como creo, y la confianza de los ocho diputados de la comunidad autónoma en el Congreso, impida la mayoría de 176 votos que esgrime el presidente, a base de esos abyectos y deshonrosos pactos.

Será su inacción debida el interés personal , es decir el miedo a perder el cargo, o las influencias y quedarse fuera del “tiovivo”, o es quizás un “postureo” ante sus votantes y no votantes, aunque me dicen que en privado lo pone a caldo al presidente. Pero si se trata de demostrar valores, responsabilidad y lealtad con la nación, y más con las sospechas de cohecho y corrupción que acechan al gobierno, el citado barón esta obligado tomar alguna decisión más expeditiva ,eficaz y notoria en beneficio de su partido y de la nación.

No pongo en duda que la gran mayoría de los políticos son personas honradas motivadas por su vocación de servicio a la colectividad, aunque en casos concretos aprovechen los contactos que se presenta en la vida pública, pues son tentaciones a a veces irrenunciables.