Políticos con hoja de servicios

Imagen de archivo. Pixabay
A las más miserables transigencias y componendas políticas puede llevarle a uno la codicia, el ansia de enriquecerse, la vanidad, el amor a la gloria…

Son motivo de cachondeo las lapidarias frases, afirmaciones, comentarios de algunos ministros/as del Gobierno de la nación, entre los que destacan las de la vicepresidenta primera, que cambia su opinión con más rapidez casi que su jefe (ególatra mutante), y que, con su garbo, arrojo y espontaneidad, te vende cualquier cosa. Así como el ministro de “los trenes”, feroz guardián de su amo, o la ministra portavoz, cuando ni tan siquiera se entera de lo que está leyendo en el teleprompter, y en cuanto lo glosa, o se equivoca o da a entender lo contrario.

Esto parece estrategia diseñada, para que la ciudadanía normal se entretenga en sus habituales tertulias, sin entrar en el fondo de los graves asuntos que nos afectan, y al mejor estilo del ministro nazi Goebbels, el sincronizado ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, cumple su función.

No obstante, las recientes frases de la ministra de Universidades (entre otras competencias), con motivo de las dimisiones (obligadas o no) de políticos de varias formaciones, por detectarse irregularidades o falsedades en sus currículum, cuando dice “no pedimos títulos, sino hoja de servicios” o “a un político no lo hace el título académico, lo hace su currículum de trabajo”, parecen una contradicción, siendo ella ministra de Universidades.

Además, ya me explicará dicha ministra qué es esa hoja de servicios en jóvenes políticos, pues la hoja de servicio de la mili o el servicio social ya no existe, y lo de currículum de trabajo no sé en qué tipo de trabajo ni cuánto tiempo. Aunque en Navarra, con la empresa tan “servicial” que aparece diariamente en los medios, no sería problema acreditar trabajo realizado y compensado.

La política era vocacional, pero ahora “entrar” en política, con la “profesionalización” y cuando antes mejor, es un medio de subsistencia con cierto futuro. Esta fiebre de “titulitis” es nociva y quizás derivada de complejo personal, pues no solamente se omite o se miente, sino que se ha llegado a falsificar ad hoc titulaciones para aspirar o detentar puestos públicos, y es obligado exigir responsabilidad penal, tanto por la mentira como por la falsificación documental.

El inicio en política suele ser en ámbito local o en la sede del partido, donde se faja un aspirante, y no es requisito sine qua non un título especial para ejercer un cargo, pues existe la función pública desde la más sencilla de las administraciones, en lo que concierne a asesoramiento jurídico y económico. Lo que sí es preciso es honradez, dedicación y transparencia.

Termino con una cita para reflexionar de Miguel de Unamuno (1864-1936):
“Apetece el poder por el poder mismo, por repartir favores y verse rodeado de una corte de favorecidos que le adulen. A las más miserables transigencias y componendas políticas puede llevarle a uno la codicia, el ansia de enriquecerse […] la vanidad, el amor a la gloria, el anhelo por dejar un nombre en los anales históricos y puede llevarle al amor del poder por el poder mismo”.