Pamplona

Una nueva medida transformará el centro de Pamplona y prohibirá el acceso de coches sin un distintivo

La Unidad de Medios Aéreos de la Policía Nacional vigila desde el aire Pamplona durante las fiestas de San Fermín 2024. PABLO LASAOSA
El Ayuntamiento estima que dejarán de circular unos 650 coches diarios en la primera fase.

Pamplona se prepara para dar un paso decisivo en su modelo de movilidad urbana. A partir del próximo año, una nueva medida municipal comenzará a aplicarse en una de las zonas más transitadas de la ciudad. La iniciativa afectará directamente al acceso de vehículos, aunque contempla excepciones y una implantación progresiva en distintas áreas.

El Ayuntamiento de Pamplona ha anunciado que la primera fase de su Zona de Bajas Emisiones (ZBE) entrará en vigor el 1 de enero de 2026, con una regulación que afectará inicialmente al Casco Antiguo de la ciudad.

Esta actuación forma parte de un plan más amplio que se desplegará progresivamente por otros puntos del municipio, con el objetivo de cumplir en 2030 los indicadores de emisiones establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En esta primera etapa, que coincide con la actual Zona de Acceso Controlado (ZAC), se prohibirá la entrada a vehículos sin distintivo ambiental, salvo excepciones: residentes, personas con movilidad reducida, vehículos de emergencia, distribución de mercancías y otros vehículos autorizados.

Solo podrán acceder los que dispongan de etiquetas B, C, ECO u O, así como los vehículos históricos reconocidos por la DGT. Los residentes, comerciantes y titulares de garajes dentro del perímetro seguirán accediendo como hasta ahora.

Según ha detallado el concejal delegado de Ciudad Habitable y Sostenible, Borja Izagirre, la puesta en marcha de la ZBE supondrá una reducción del tráfico en el centro del 19,7 %, lo que equivale a unos 650 vehículos menos al día respecto a los 3.300 actuales. En términos anuales, se prevé una disminución de más de 2.994 toneladas de CO₂.

Izagirre ha subrayado que la ZBE no debe entenderse solo como una medida restrictiva, sino como “una oportunidad para avanzar hacia una ciudad más sostenible, saludable e inclusiva”, integrada en un plan global de movilidad alternativa que incluye transporte público, movilidad activa y ordenación del reparto de mercancías.

La monitorización del impacto será una parte esencial del proyecto. Se utilizarán indicadores de calidad del aire, cambio climático, ruido, eficiencia energética y movilidad sostenible.

Para ello, se contará con un sistema de cámaras de lectura de matrículas instaladas en 13 accesos señalizados del Casco Viejo, con 50 puntos de control, especialmente concentrados en la avenida de Baja Navarra.

El Casco Antiguo, junto con los Ensanches, ha sido seleccionado como ámbito prioritario debido a su centralidad, alta densidad peatonal, actividad comercial y oferta de transporte público, incluyendo la estación de autobuses, varias paradas de transporte urbano y aparcamientos disuasorios en el entorno.

Este núcleo concentra casi el 20 % de todos los desplazamientos del municipio, con una media de 262 viajes por hectárea y más de 130.000 movimientos diarios.

En paralelo, se han desarrollado proyectos como “Lo Viejo se mueve” o el Plan de Amabilización del Primer Ensanche, que han servido de base para esta transición. Se prevén mejoras en infraestructuras ciclistas, caminabilidad, transporte urbano comarcal y una red de aparcamientos disuasorios con 2.730 plazas en nueve parkings.

La distribución urbana de mercancías es otro eje del plan. Se ha constituido un grupo de trabajo entre el Ayuntamiento y entidades como ANET y TRADISNA, junto con empresas del sector, para avanzar hacia un modelo más sostenible de reparto que reduzca emisiones y mejore la eficiencia logística.

En palabras del concejal Izagirre, las ZBE deben vincularse a proyectos integrales y no quedarse solo en las restricciones: “No hablamos únicamente de limitar, sino de transformar la movilidad para ganar calidad de vida en el espacio público”.