Sociedad

Así han trabajado los 24 bomberos de Navarra en uno de los incendios más duros de León

Bomberos han acudido a trabajar en la extinción de los incendios de León. - BOMBEROS DE NAVARRA
Los bomberos navarros se han enfrentado a un fuego imprevisible, con viento cambiante, vegetación explosiva y sin apenas comunicaciones.

Un total de 24 bomberos de Navarra se han desplazado hasta León para apoyar en la extinción de los incendios forestales que afectan a la zona. Al llegar, lo que más les impresionó fue la magnitud de los frentes de llama y “el entorno tan agreste y la continuidad vegetal tan brutal” que hacía avanzar el fuego sin control.

Según ha detallado Luis Migueliz, suboficial del Área Forestal del Servicio de Bomberos de Navarra, el contingente se compone de dos suboficiales, cuatro cabos y 18 bomberos. Su trabajo se organiza en turnos de doce horas, de día y de noche, con la estructura de dos brigadas y dos vehículos forestales para cubrir las operaciones.

En su primera intervención, la misión consistió en proteger núcleos urbanos amenazados por el fuego. “Nos situamos en previsión de un impacto inminente y, tras analizar la evolución, fuimos ajustando los tiempos de llegada del frente y los planes de contingencia”, ha señalado. Entre las acciones más arriesgadas, destaca una quema controlada delicada que permitió desviar el fuego y evitar que alcanzara el valle siguiente.

El suboficial ha reconocido que los equipos locales “acumulaban mucha fatiga tras jornadas muy duras con incendios muy potentes”, por lo que la llegada de los navarros fue recibida con gratitud. “Nos acogieron muy bien, nos ayudaron en todo, especialmente en logística”, ha comentado.

No obstante, los bomberos se encontraron con serias dificultades. La falta de cobertura de telefonía y radio complicaba la comunicación, obligándoles a permanecer siempre a la vista y utilizar únicamente el walkie talkie. También las condiciones meteorológicas adversas, con vientos topográficos cambiantes y erráticos, dificultaban las maniobras. “La vegetación respondía de forma casi explosiva, lo que convertía cada operación de fuego técnico en un trabajo muy arriesgado”, ha explicado Miguéliz.