Desayunar a las 9 y cenar a las 4: el horario con el que la bióloga Asun González promete paz para tu microbiota
La bióloga Asun González ha defendido adelantar las comidas para sincronizarlas con la luz solar: desayunar a las 9 y cenar a las 16 horas. Su propuesta ha puesto el foco en que la microbiota también sigue ritmos y que comer tarde los desajusta.
En su visión, tratar el SIBO —el sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado— no ha dependido de “súper suplementos”, sino de ordenar hábitos: alimentación sencilla, descanso y menos estrés. El objetivo ha sido restaurar la microbiota con constancia y apoyo profesional.
La especialista ha recalcado que la microbiota “descansa” y que las cenas tardías han roto su reloj. Por eso ha abogado por una crononutrición práctica: horarios tempranos, base pesco-mediterránea (pescado, verduras y agua) y ayuno intermitente alineado con la luz.
En el capítulo de síntomas, ha recordado que la hinchazón, los gases o la “barriga inflada” no han sido normales. Ese cuadro apunta a disbiosis y, si se prolonga, deriva en molestias crónicas que mejoran al recuperar rutinas y elegir alimentos reales.
Los probióticos y prebióticos han tenido cabida, pero “no vale cualquiera”: la clave ha sido seleccionarlos con criterio y combinarlos con dieta y supervisión. ¿La idea de fondo? Sumar, no sustituir, a una pauta ordenada y sostenible.
Entre las causas del desequilibrio ha señalado el estrés mantenido, el uso de antibióticos y intolerancias no detectadas. También ha hablado del “déficit de vida evolutiva”: ultraprocesados, falta de sueño y sedentarismo que empobrecen la flora intestinal.
La propuesta es integradora: intestino, cerebro, piel y sistema inmune están conectados. Cuidar la microbiota ha impactado en energía, ánimo y defensas, con menos artificios y más rutina diaria.
Sobre expectativas, González ha pedido paciencia: el SIBO se ha podido curar, pero ha requerido tiempo y constancia. La metáfora del “jardín intestinal” resume su enfoque: diversidad bacteriana frágil, buen “abono” (comida y descanso) y menos “herbicida” (excesos y estrés).
Como guía final, adelantar las comidas principales, bajar pantallas por la noche y volver a menús sencillos han sido el camino. Ordenar el día —luz por delante y horarios definidos— ha puesto a la microbiota en el centro.