Sociedad

El estudio que ha analizado a más de 400.000 personas y da con la clave para prevenir una enfermedad

Los hábitos saludables tardan más de 21 días en establecerse y pueden llevar hasta un año, según un estudio. Pixabay
Los investigadores analizaron datos de más de 420.000 personas incluidas en el Biobanco del Reino Unido.

Caminar deprisa podría ser una medida sencilla y eficaz para prevenir trastornos del ritmo cardíaco, según una investigación de la Universidad de Glasgow (Reino Unido) publicada en la revista científica Heart.

El estudio concluye que tanto el ritmo rápido al caminar como el tiempo dedicado a hacerlo se asocian a una reducción significativa del riesgo de sufrir arritmias cardíacas, como fibrilación auricular, taquicardia o bradicardia.

Los investigadores analizaron datos de más de 420.000 personas incluidas en el Biobanco del Reino Unido y comprobaron que quienes caminaban a un ritmo promedio (3-4 millas/hora) o rápido (más de 4 millas/hora) tenían un riesgo 35% y 43% menor, respectivamente, de desarrollar alteraciones del ritmo cardíaco, en comparación con quienes caminaban despacio.

Este menor riesgo también fue visible en subgrupos específicos: el efecto protector fue más evidente en mujeres, personas menores de 60 años, no obesas o con enfermedades crónicas.

Además, quienes pasaban más tiempo al día caminando deprisa presentaban una reducción adicional del 27% en el riesgo de arritmias.

Durante los 13 años de seguimiento promedio, se detectaron más de 36.000 casos de arritmias, incluidos 23.526 de fibrilación auricular.

El estudio también exploró posibles mecanismos detrás de esta relación. Los autores observaron que los participantes que caminaban más rápido tenían en general menos grasa abdominal, menor peso corporal, niveles más bajos de glucosa en sangre y lípidos, y menor actividad inflamatoria.

De hecho, alrededor del 36% de la asociación entre caminar deprisa y menor riesgo de arritmia se explica por mejoras en factores metabólicos e inflamatorios.

Estos resultados refuerzan la hipótesis de que un mayor ritmo al andar puede actuar como barrera frente a la obesidad, la inflamación y otras condiciones que favorecen las alteraciones del ritmo cardíaco.

A pesar de sus conclusiones prometedoras, los investigadores advierten que se trata de un estudio observacional, por lo que no se puede establecer una relación causal directa.

Además, parte de los datos se basaron en cuestionarios autocompletados, y la mayoría de los participantes eran de origen blanco y de edad media, lo que limita su extrapolación a toda la población.

Sin embargo, los autores destacan que este es el primer trabajo que analiza en profundidad la relación entre velocidad al caminar y arritmias, proporcionando evidencias biológicas que respaldan sus hallazgos. “Este hallazgo es biológicamente plausible”, concluyen, “porque caminar más rápido reduce factores como la obesidad o la hipertensión, asociados con el riesgo de arritmias”.

En un contexto en el que las arritmias afectan ya a cerca de 60 millones de personas en el mundo, el mensaje es claro: caminar más deprisa podría ser una estrategia simple para cuidar el corazón