El curioso caso de dos hermanos en la Universidad de Navarra: serán doctores al mismo tiempo
No lo planearon. Tampoco lo buscaron. Pero, una vez más, Rafael y María Pérez Araluce han vuelto a coincidir. Primero lo hicieron al terminar la universidad con solo un día de diferencia. Años después, han repetido la jugada: los dos han defendido su tesis doctoral en el mismo curso, en la Universidad de Navarra. Y no, no es ninguna estrategia familiar. Es una casualidad que dice mucho de ellos… y también del ambiente en casa.
Rafael, de 29 años, es el mayor de cinco hermanos. María le sigue con apenas un año de diferencia. Él estudió Farmacia y Nutrición. Ella, Bioquímica. Lo que parecía una coincidencia puntual se ha convertido en una curiosa coreografía académica. Y esta vez, el paso definitivo: ya son doctores.
Pero no fue un camino evidente. A Rafael le costó decidirse. “Me gustaba la comunicación audiovisual, la filosofía, la bioquímica… no lo tenía claro”, recuerda. Finalmente, eligió Farmacia y se volcó en probarlo todo: desde la oficina hasta el hospital. Nada le convencía del todo. Hasta que apareció Silvia Carlos, profesora de Salud Pública, y le propuso unas prácticas en su departamento. “Ahí fue cuando lo vi claro: quería dedicarme a la carrera académica”.
A María le ocurrió justo lo contrario. Tenía clarísimo que no quería investigar. Su asesora, María Iraburu, le cambió el enfoque. Le sugirió fijarse en los perfiles de quienes trabajaban en lo que a ella le interesaba. Casi todos tenían un doctorado. La pista era clara. María decidió entonces empezar el suyo, aunque no imaginaba hasta qué punto se complicaría el camino.
Mientras Rafael investigaba los efectos del alcohol en la salud, María intentaba crear materiales para regenerar el corazón tras un infarto. Él estudió distintos patrones de consumo: el clásico mediterráneo, el de fin de semana, el de atracón, la abstinencia… y concluyó que no solo importa cuánto bebes, sino cómo lo haces. “La salud no es solo lo físico: también es bienestar psicológico y calidad de vida”, subraya.
Su experiencia fue intensa. Escribir, corregir, esperar. Ver cómo las revistas científicas rechazan artículos. O cómo los datos no llegan. O no cuadran. “A veces, los tiempos son difíciles”, admite.
María lo vivió en carne propia. Su tesis pretendía desarrollar un soporte antioxidante para colocar células vivas en el corazón. Pero cada nuevo material que creaban… mataba a las células. “Fue frustrante. Pero en investigación, rendirse no es una opción”, dice. Dio un giro total: aplicó ese material al tratamiento de heridas crónicas, donde la inflamación también impide la regeneración. Y, por fin, los resultados fueron positivos. “Mis directores me apoyaron desde el principio. Sentí que mi tesis les importaba”, agradece.
Rafael también destaca ese acompañamiento. Maira Bes y Alfredo Gea, sus directores, le permitieron incluso reformular hipótesis para adaptarlas a sus intereses y estancias. “Tener esa libertad fue clave”, confiesa.
Pero si hay algo que les ha marcado a los dos durante estos años, es haberlo vivido juntos. Literalmente. Se recordaban plazos, becas, llamadas, consejos. “Tener a alguien que sabe exactamente por lo que estás pasando, que se alegra de tus pequeños avances… eso te da fuerza. Y si ese alguien es tu hermano, aún más”, dice María.
Una vez concluida esta etapa, cada uno toma su rumbo. María trabaja desde enero en Bantec, una empresa de gestión de proyectos. “Gracias al doctorado, hablo el mismo idioma que los clientes”, explica. Rafael se incorpora al Instituto Cultura y Sociedad (ICS), donde estudiará comportamientos relacionados con la salud mental, como el uso de redes sociales o el consumo de pornografía. “Seguiré investigando, pero en otra dirección. Todo lo aprendido durante estos años lo voy a aplicar ahora ahí”.
Y por si fuera poco, otra hermana ha cogido el testigo. Maite, también graduada en Farmacia, realiza su tesis en el ICS, en la Cátedra IDEA de Nuevas Longevidades. Estudia cómo envejecer con sentido, desde la experiencia de mayores, familiares y profesionales en residencias. Un trabajo dirigido por Nuria Esandi.
Parece que en casa de los Pérez Araluce, el doctorado no es una excepción: es una historia que se multiplica. Cada uno con su estilo, su vocación y sus tiempos… pero siempre con el respaldo silencioso y firme de una familia que cree en el conocimiento.