La villa romana de un pueblo de Navarra que puedes visitar y que contiene sorprendentes hallazgos
A unos 6,5 kilómetros al sur de Arellano, muy cerca de Estella, se encuentra un importante yacimiento arqueológico romano. Se cree que su nombre original fue «Aurelianum», denominación que habría dado lugar al actual topónimo de la localidad.
Este enclave es conocido también como «Villa de las Musas», debido al hallazgo de un espectacular mosaico romano que representa a las nueve musas y sus maestros.
Aunque la pieza original se conserva en el Museo Arqueológico Nacional, en el yacimiento se puede contemplar una fiel reproducción. Los restos arqueológicos sugieren que la villa estuvo en uso entre los siglos I y V d.C..
Durante los primeros siglos, el complejo se dedicó a la producción de vino, mientras que en su última etapa se convirtió en una lujosa residencia de campo vinculada al culto a Cibeles y Attis. Entre los objetos más singulares hallados destaca un catavinos de cerámica, que se ha convertido en un icono del museo.
El recorrido por la villa comienza en un moderno edificio de 2.411 metros cuadrados, donde se sitúa el núcleo principal del yacimiento. En la entrada, paneles informativos ofrecen detalles clave sobre la historia del lugar, complementados con atriles a lo largo del recorrido.
Para facilitar la visita, se ha instalado una pasarela metálica, desde la que se pueden observar las distintas estructuras del yacimiento. El uso de grava de diferentes colores permite identificar las fases constructivas: el gris corresponde a las edificaciones de los siglos I-III d.C., mientras que el rosa señala aquellas del siglo IV y V d.C..
Entre las construcciones más destacadas de la primera fase se encuentran el «fumarium», un espacio diseñado para acelerar el envejecimiento del vino mediante calor y humo, y la «Cella Vinaria», una bodega que ha conservado sus elementos originales. Allí se exhiben 15 dolias —tinajas de unos 700 litros de capacidad— junto a un altar de piedra, testimonio de la conexión entre la viticultura y los rituales religiosos.
Otro de los hallazgos más llamativos es una cisterna de 3 metros de profundidad, cuya función principal era recoger agua de lluvia. Este descubrimiento es especialmente relevante, ya que este tipo de construcción es más habitual en zonas mediterráneas. En la segunda etapa del yacimiento, se incorporaron nuevas estancias con mosaicos decorativos.
Además del mosaico de las musas, se conservan dos más: uno en un dormitorio y otro en el «Oecus» o sala principal, que con 90 metros cuadrados era el espacio más representativo de la villa. En ambos se reflejan motivos relacionados con el culto a Cibeles y Attis.
En el exterior del recinto, y también pertenecientes a la fase más tardía, se encuentran el establo y el Taurobolio, un edificio porticado de planta rectangular dispuesto en torno a un patio central. En este espacio se hallaron aras con grabados de cabezas de toro, elementos vinculados a las prácticas religiosas del lugar.