Boquerón

Unas personas compras pescado en un comercio. EFE

Lo meten en una caja de corcho con hielo por encima. Lo transportan hasta su destino. Pero no se cierra el círculo...

El otro día me acerqué a la pescadería a comprar un par de gallos y algo más. Me encanta la destreza de la pescatera de turno con las tijeras, los cuchillos y los peces, que parece que quieren defenderse hasta el final con su piel resbaladiza

Mientras me cortaba dos ruedas de atún yo miré a los puntos cardinales de aquella tienda, al techo y al suelo. Y lo vi. Pequeño, apretado, brillante, boquiabierto, solitario, muy alejado de los suyos. Era un boquerón que contrastaba con el color del suelo. Me llamó la atención tanto como si hubiera observado un billete de cincuenta euros.

Toda su vida en el mar, nadando de aquí para allá. No logra escapar de las redes de los pescadores. Lo meten en una caja de corcho con hielo por encima. Lo transportan hasta su destino. Pero no se cierra el círculo. Ni rebozado ni al horno ni en vinagre. Aquel boquerón tenía que terminar su ciclo en el suelo.

Cuando me dio la compra la pescatera, lo miré con cierta lástima.

-¿Sabes que hay un boquerón en el suelo?

-Ah, pues para el gato.

Y, no sé bien por qué, pero con esa respuesta me quedé más tranquilo.

Ideación de ‘Boquerón’

Me llamó la atención ver aquel boquerón en el suelo de la pescadería.

Caracteres con espacios: 1.222