El miedo es libre

Imagen de la sala de espera de un nuevo centro de salud ARCHIVO

Mi amiga tenía al lado a un joven cuyo rostro le resultaba familiar; lo que la calle diría “un famoso”...

Me cuenta una amiga que no le quedó más remedio que pasar la noche en urgencias por culpa de un cólico de vesícula. Ahorraré los detalles de su malestar pese a que los tengo grabados a fuego, al haber padecido cuatro episodios similares.

Mi amiga tenía al lado a un joven cuyo rostro le resultaba familiar; lo que la calle diría “un famoso”. No acertaba a adivinar si se trataba de un cantante, un presentador, un futbolista

Ella lo observaba gracias al reflejo de su teléfono móvil y cuanto más se fijaba en él, más ganas tenía de descubrir su identidad. “Ay, lo tengo en la punta de la lengua”, pensaba.

El individuo en cuestión, por lo visto, había pasado un día de perros; de la cama al cuarto de baño, y del cuarto de baño a la cama.

-Que no, que no; espero que no me pinchen, cariño. Ya sabes que me dan pavor las agujas, decía en voz baja tras haber recibido una llamada telefónica.

-Si me tienen que pinchar, me iré. Punto. Ya sabes que padezco pavor a estas cosas y a estos sitios, añadió.

Mi amiga, con disimulo, le hizo una foto y se la envió a su marido, que es una especie de Larousse, Wikipedia o Google. Al instante recibió un WhatsApp en el que leyó: “¿Este? Este es torero. ¿Por?”.

El miedo es libre…

Ideación de ’El miedo es libre’

Me cuenta una amiga la mala noche que pasó en urgencias.

Caracteres con espacios: 1.345