Mobyllete

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Hace tiempo me saludó un tipo de forma efusiva y yo, que no lo reconocí a primera vista, puse cara de conejo cuando le echas las largas.

Me comentó quién era, rebobiné un cuarto de siglo, le quité veintitantos kilos y le puse pelo en su cabeza afeitada. Entonces, lo identifiqué. Sí, se trataba de mi compañero de pupitre. Madre mía la metamorfosis que provoca el calendario…

¿Qué tal te va? ¿Dónde vives? ¿Te casaste? ¿Hijos? ¿Trabajo? Siempre las mismas preguntas. Siempre las mismas respuestas.

-¿Recuerdas cuando el profesor nos mandó hacer una estadística de los coches que circulaban por la carretera?, me preguntó.

Un tal Jaime Zugasti nos pedía que, durante media hora, anotáramos el número de vehículos, marcas, modelos y colores. ¿Para qué? Pienso que para nada. O sí…

Y andando sin rumbo fijo llegamos al banco en el que nos sentábamos veinticinco años atrás. Yo le cantaba los coches, autobuses, camionetas. Él los anotaba con su mala letra y gracias a un bolígrafo de Yoplait en un cuaderno de anillas.

-¿Te parece que no nos movamos de aquí hasta que pasen diez Mobylletes?, me sugirió.

-¿Mobylletes? ¿Diez?, comenté alucinado.

Y aquí seguimos, rodeados de nietos, biznietos y tataranietos esperando una decena de aquellas pretéritas motos.

Ideación de ‘Mobyllete’

He ordenado el altillo de un armario. Inutilidades, libros, una bola del mundo…, y un cuaderno con la tarea de 5º de EGB. Ayer…

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