50 pesetas

Una moneda de 50 pesetas con la imagen del Rey Juan Carlos y el escudo de España

Me he encontrado en la calle 50 pesetas. Sí, en el año 2018. No sé si llevaba en el suelo desde que pasó a mejor vida con la entrada del euro.

Supongo que no… Me he fijado en el perfil del rey Juan Carlos. Brillaba y a la vez estaba algo oxidada, como si hubiera sufrido a la intemperie ciertas penurias.

No sé por qué, la he cogido y he cerrado el puño. Con fuerza. Con mucha fuerza. Y ese gesto me ha trasladado a 1980, poco más a menos. Por aquel entonces ponía en marcha toda mi artillería verbal para conseguir que mi madre me diera diez duros. Unas veces salía cara y otras, cruz.  

Aquella moneda me daba de sí para jugar en el bar Rafael a la fórmula 1. Pedía cambios, casi sin llegar a la barra, me daban dos monedas e introducía una de 25 por la ranura de la felicidad. Con aquel bólido pixelado me salía de la carretera, adelantaba, me ganaban y aparecía un mensaje que nunca quería ver: Game over.

Del bar me iba a un puesto de chucherías, donde me compraba una bolsa de Rufinos y otra de Panchos. Los saboreaba como Caius Apicius disfruta de un menú en cualquier tres estrellas Michelin. Y me iba a mi casa feliz, después de haberme sentido Niki Lauda, de haberle contado cuatro cosas a Paco, la Katy o al municipal…

50 pesetas. 50 pesetas de felicidad.

Ideación de ’50 pesetas’

Me he encontrado 50 pesetas.

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