La infancia son los padres
Andrés Barba narra en 'República luminosa', ganadora del Premio Herralde de Novela, una enigmática fábula que rompe el mito de la infancia y reflexiona sobre la violencia y el miedo.
Infancia. ¿Cuáles son los primeros conceptos que se le asocian? Bondad, pureza y, sobre todo, inocencia. Pero, ¿realmente es así? Andrés Barba (Madrid, 1975) rompe con este mito en su última novela, República luminosa, galardonada con el Premio Herralde de Novela de la editorial Anagrama.
Su narrador es un funcionario de Asuntos Sociales que relata, con estilo de cronista, unos hechos sucedidos veinte años atrás, en San Cristóbal, una pequeña ciudad provinciana tropical a la que llegó con su mujer y su hija para trabajar en el Ayuntamiento. El detonante es la misteriosa aparición, en 1995, de 32 niños desarrapados en esta claustrofóbica localidad, abrazada por un gran río y la selva, y los violentos y traumáticos sucesos que ocurrieron en año y medio.
Como en otras célebres historias, como Crónica de una muerte anunciada, el lector conoce el desenlace desde el inicio: “Cuando me preguntan por los 32 niños que perdieron la vida en San Cristóbal mi respuesta varía según la edad del interlocutor”. Esta declaración no hace sino avivar el fuego del enigma, un misterio que Barba sabe mantener vivo con maestría, midiendo cada detalle de esta crónica en la que, a pesar de que todo es real, los personajes encuentran toda suerte de cabos sueltos que prenden la mecha de la superstición y del miedo ante estos violentos pequeños de entre 9 y 13 años. ¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Dónde están?
La novela reflexiona sobre la infancia, la paternidad, el comportamiento de los adultos frente a los niños y las fallas que provoca en la supuesta civilización el azote del miedo y lo desconocido. Y una vez abiertas estas grietas, se cuestiona la reacción brutal que originan.
Es el narrador quien invita a pensar, a cuestionarse, quien permanentemente azuza el extrañamiento y la curiosidad del lector. Con cierto aliento épico, la novela está construida con escenas vibrantes, como una en la que el funcionario sorprende a su hija escuchando con la oreja en el suelo bajo el lavabo, tratando de comunicarse con esos extraños niños que nadie logra localizar.
Tiene Barba una prosa poderosa y táctil, llena de capas, que también están en el lenguaje y en su precisión. Uno siente esa selva asfixiante, la agitación de la turba de vecinos, el sudor cayendo por la frente tras un enfrentamiento rabioso. Hay algo kafkiano en esta historia, ecos de Conrad también. Nada es políticamente correcto. Y se agradece. Una novela sobresaliente.
FICHA
República luminosa. Andrés Barba. Anagrama. 187 páginas. 16,9 euros.