No es el PIN parental

Una mujer levanta a su hija en un parque. Foto SITLY
Mi intención aquí no es valorar la conveniencia o no de este mecanismo, sino ilustrar la incoherencia que subyace a estas críticas por parte de la coalición de gobierno.

En las últimas semanas, el debate político se ha centrado en la implementación del PIN parental en el ámbito educativo. Este mecanismo, propuesto por Vox y defendido por el PP, ha avivado las críticas de la izquierda por entender que contravenía el ordenamiento jurídico.

Mi intención aquí no es valorar la conveniencia o no de este mecanismo, sino ilustrar la incoherencia que subyace a estas críticas por parte de la coalición de gobierno. Pero lo más preocupante es que esta incoherencia se da no ya en uno de los aspectos troncales de la ideología socialista, sino en uno de los ámbitos más básicos de la vida social: los derechos.

Se me hace complicado disociar este posicionamiento ideológico de los que han tenido el PSOE y Podemos en otros asuntos. Y es que los mismos que se oponen al PIN parental (es decir, a preguntar a los padres) son los mismos que apoyan un referéndum de autodeterminación en Cataluña (es decir, a preguntar a la ciudadanía). ¿Quiere esto decir que el “derecho a decidir”, por el que tanto se aboga desde la bancada del Gobierno, no es universal, como deberían de serlo todos los derechos? Esto es lo que de verdad me preocupa.

Sus grandes defensores parecen no entender es que la educación pública implica que pueda ingresar en ella cualquiera, lo que da lugar a que coincidan niños de familias diferentes: unas más conservadoras en sus valores que otras. Lo que no se puede pretender es imponer un modelo unitario sobre temas que, quieras que no, son sensibles ya que pueden chocar con la moral y los modos de vida de algunas familias, las cuales preferirían enseñar por su cuenta los temas afectivo-sexuales.

No obstante, da la sensación de que, como ahora controlan el Gobierno, la izquierda no está dispuesta a que ningún factor externo pueda burlar sus políticas. Me gustaría saber qué hubiera pasado si la cosa fuera a la inversa: si lo que se pretendiese fuese, por ejemplo, implantar más horas de religión a la semana, ¿sería entonces la izquierda favorable a ese PIN parental? La ambivalencia de sus posicionamientos dificulta dar una respuesta.

En definitiva, la cuestión de fondo que plantea esta cuestión va más allá de la implantación del PIN parental. Y es que la ciudadanía no quiere que se la engañe ni sentirse ninguneados por el oportunismo político de algunos partidos. En cambio, lo que demandamos es más rigor en los argumentos y coherencia en los posicionamientos políticos. Actitudes como esta, basada en las guerras de trincheras (no me gusta lo que dices porque lo dices tú), son factores que fomentan el hartazgo social y acaban corrompiendo el sistema democrático.

** Texto escrito por Alejandro Palacios Jiménez.