El estrepitoso fracaso de Chivite en materia de vivienda: con UPN fuimos propietarios, con el PSN ni inquilinos
La realidad es que, cuando se baja del eslogan a poner ladrillos, las buenas intenciones del PSN no generan oferta.
Como mi vida rutinaria es la de un jubilado, no suelo tener mayores prisas; siempre he hablado mucho con mi vecina cuando nos cruzamos en el rellano.
Es una señora que ronda los 90 años y, de un tiempo a esta parte, ha entrado ya en las nieblas del Alzheimer. Es puñetera esta enfermedad, porque nuestras conversaciones se han ensanchado, se han enriquecido: aparecen personajes que yo no conozco y tiempos remotos que yo no he vivido, como si fueran presente, como si se ampliara un universo con nuevos detalles y paisajes.
Yo le sigo la corriente y adopto el rol que me asigna cada vez: he sido hijo de conocidos, panadero de un pueblo vecino, pareja de una sobrina segunda, compañero de trabajo de su padre e incluso un cura de la familia que partió a las misiones. Lo que toque.
No sé si lo hago bien o lo hago mal, pero lo hago con buena intención, me dije un día. Y fue entonces cuando me saltaron todas las alarmas. Para, para, para… ¿esto es bueno o malo para la señora? Déjate de buenas intenciones, que, como bien sabes por el dicho, el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.
Pregunté a un par de conocidos médicos y me tranquilizaron: «Haces bien —dijeron—, no es conveniente llevarle la contraria a enfermos de Alzheimer». Y ya me quedé aliviado: yo por mi vecina, si hace falta, hasta ministro de Marina.
Lo de las buenas intenciones es precisamente a lo que se aferra la izquierda una y otra vez para justificarse, para que les sigas votando, para que olvides los hechos: «Nosotros somos mejores que la derecha porque tenemos buenas intenciones. Votadnos». Y claro, es ahí cuando hay que pararse y mirar la realidad, que yo te puedo administrar cianuro con toda la buena voluntad del mundo.
Eso mismo me vino a la cabeza al leer la noticia del 27 de diciembre en esta casa, que detalla un balance demoledor para el PSN y Txibite en materia de vivienda. Según los datos oficiales del propio Gobierno de Navarra, durante el periodo de gobierno de la malvada derecha se levantaron 7 veces más viviendas que bajo el aberchandalato de Txibite.
El resultado es el que todos vemos: precios de venta que no paran de subir, alquileres que se disparan y una generación de jóvenes que ya solo aspira a alquilar un cubículo, mientras que los cuarentones de hoy, criados cuando gobernaba la malvada derecha, somos casi todos propietarios. Lo de llamar “derecha” a un partido socialdemócrata clásico como UPN solo porque no es abrrchándal es otro debate que algún día habrá que abrir, y esto no es un halago, es una crítica: que si abrazara el liberalismo nos iría aún mejor, con apartamento en la playa incluso.
La realidad es que, cuando se baja del eslogan a poner ladrillos, las buenas intenciones del PSN no generan oferta. Al contrario: mayor demanda sin viviendas suficientes equivale a precios por las nubes y acceso a la vivienda convertido en un imposible. Y si no entienden esto, le piden al Josebas que se lo traduzca al euskera y lo ponga a cinco columnas en su Boletín Oficial del Noticias, que a mí me ha bloqueado en Tuiter. Yo más no puedo hacer. Y eso es todo.