El mito de la calidad de vida en Navarra
Ayer estuve buscando un dato. Un dato frío, aséptico, implacable: en Navarra ya somos unos 700.000 habitantes. Y me quedé acojonado, porque no era consciente de que, en estos diez años del aberchandalato de Txibite y Barkos, nos habían metido dentro el equivalente a dos Tudelas más de gente.
Dos Tudelas nuevas, tú, así, sin anestesia. El dato se me quedó rondando en la cabeza y luego lo conecté con otra noticia que salió. Chivite justificaba el infierno fiscal que padecemos los navarros diciendo que esos impuestos se traducen en grandes prestaciones para la población. Claro, claro, cómo no se nos había ocurrido antes. Algunos nos quejamos de puro vicio, está visto.
Lo habitual es que la mayoría de la gente se quede en ese mantra eterno, desesperante y condescendiente: «Pues será, chico, yo qué sé. Seguro que en otros sitios están peor».
Y entonces me acordé de este verano, cuando estuve en Andalucía. Tuve un pequeño percance en la Costa del Sol y necesité ir a un centro de urgencias. Era julio, con todo a reventar de gente, imagínate. Hasta yo, con mis prejuicios aldeanos, pensé que iba a pasarme allí el día entero. Pero en menos de una hora me atendieron, me hicieron las pruebas y salí con el diagnóstico y el tratamiento recetado. No te digo que me lo superes, Osasunbidea, pero al menos iguálamelo.
Mi cabeza, que funciona como funciona, en vez de ponerme a discutir —porque discutir con la gente es lo más inútil que hay— prefiere evadirse. Me imaginé a Txibite subida a una vieja furgoneta, como en las fiestas, pregonando que ha llegado el circo al pueblo: «¡Grandiosas prestaciones! ¡Pasen y vean! ¡Prestaciones enormes! ¡Tenemos el ligre y las prestaciones elefantiásicas!».
¿Y cuáles serán esas prestaciones de las que habla Txibite? Porque, con dos Tudelas nuevas en Navarra, por poner un ejemplo, no solo no he visto que construyan nuevos hospitales para dar servicio, sino que Txibite ha cerrado departamentos en los centros sanitarios que ya había.
Y luego preguntan por qué la calidad de la sanidad navarra ha caído en picado con este aberchandalato vasco. Pues porque, con dos Tudelas más —repito, dos, bi,a ver si cala en la dura mollera del aberchándal medio—, no han construido ni siquiera un par de hospitales nuevos como el Reina Sofía, por ejemplo.
No hace falta ser un genio para sumar tres más dos y que dé cinco. Si antes atendías a cierta cantidad de personas en un sistema que ya estaba al límite, y ahora tienes que atender a muchas más, es evidente que la tensión del sistema no iba a disminuir. Pero como el aberchandalato no tiene ninguna intención de emprender grandes proyectos —Txibite y sus batasunos solo están ahí para convertirnos a todos en aberchándales—, pues si te rompes un brazo, a joderte.
En Navarra, los impuestos ya solo sirven para pagar sueldos (muchos) y favores (un montón de favores, todos los favores del mundo a los amigos del gobierno). Sueldos eta subvenciones, subvenciones eta sueldos: esa es nuestra particular carrera de la rata foral. Y eso es todo.