No hay nada más ecológico que expulsar al partido de la ETA de Navarra
Déjate de cambios climáticos, tapones amarrados a las botellas, coches eléctricos que, como ardan, no consigues apagarlos en tres días. Ya verás tú cuando a uno le dé por incendiarse en el garaje de un bloque de pisos: la tragedia que vamos a tener.
Repudia los contenedores chivatos para que la organización te haga un seguimiento y sepa cuándo y cómo tiras los epicarpios, o flavedos, de las naranjas del zumo del desayuno, y así poder secuestrar tu dinero para llevárselo a su zulo con algún impuesto revolucionario nuevo.
Olvídate de los carriles bici imposibles, como el que ha montado el alikate Asirón en el cruce de las avenidas de Pío XII y Sancho el Fuerte en Irroña: un estrecho camino serpenteante rodeado de nuevos bordillos para que, si te caes, tengas más posibilidades de reventarte contra ellos la cara, la sien, la nuca...
Deja todo eso para conseguir ciudades, pueblos, barrios y espacios más respirables, más amables, más humanos, más limpios. Tampoco es tan difícil conseguir un mundo mejor, un mundo más libre, un mundo más pacífico.
Lo digo por ese PSOE desquiciado, valga la redundancia, que siempre está de parte de los partidos políticos que justifican, jalean, amparan y dan cobijo en sus listas, y jamás condenan, a los pistoleros, frente a los partidos que siempre han defendido la vida. A los primeros les llaman gente de paz; a los segundos, fascistas. Esa es la neolengua sociata. El lema “la guerra es paz, la libertad es esclavitud, la ignorancia es la fuerza” está más presente que nunca.
Si el PSOE quisiera oponerse, alguna vez, a los estercoleros, a los vertederos de materias peligrosas y contaminantes, a las escombreras descontroladas, este fin de semana le han enseñado la solución, sencilla, rápida y aséptica: Largo, no quiero verte en la ofrenda que hacemos a mi hijo asesinado por tu ideología, por los tuyos, por tu organización terrorista, por ti. Vete. Fuera.
Pero claro, el PSOE no quiere oponerse a eso. Con el partido de ETA está feliz. Por eso son sus socios, por eso les regalan alcaldías como la de Pamplona, porque esos a los que la madre del escolta expulsa porque considera que son los asesinos de su hijo son los que le aprueban los presupuestos a Txibite, los que han llevado a Sánchez a La Moncloa.
Una sociedad sin el partido de la ETA siempre es una sociedad donde se respira mejor, pero el PSOE los necesita. Sin el humo tóxico de las pistolas y los bombazos, con el que han envenenado esa sociedad para varias generaciones, se quedaría sin poder.
Y sin poder, a ver cómo iban a pagar los ministros y vicepresidentes a sus putas oficiales, esas que aparecen en catálogos como el que llevaba en su móvil un antiguo consejero de RENFE puesto, vaya, qué cosas, por el propio PSOE. Y eso es todo.