Los caídos del encierro de Pamplona
Ante todo, mi respeto y consuelo para familiares, amigos y conocidos de las 16 personas que constan en la reciente placa colocada (inauguración incluida) en la base del denominado “Monumento al Encierro”, que corresponden a los fallecidos o “caídos” desde 1910, en este mundialmente famoso espectáculo de seis toros bravos en carrera desde el adaptado corral hasta la plaza, donde se lidiarán a la tarde formando parte de la llamada “fiesta nacional”.
Me sorprende esta actuación del gobierno municipal, no muy proclive a ensalzar y divulgar los espectáculos taurinos, y menos las tradiciones españolas, y tampoco a asistir a ciertas honras fúnebres o funciones religiosas, y que tengan esta manera de recordar a los “caídos” en el encierro por una cogida de un toro bravo.
Me pareció una “sinsorgada” la decisión del anterior gobierno municipal de colocar las chapas con nombres de los fallecidos en el adoquinado del recorrido, pero me parece todavía peor y contradictorio con lo que proclama la “artificiosa” mayoría municipal actual, el obviar el genuino origen de la obra monumental, desvirtuando su simbolismo y significado con el añadido de la placa con los nombres de los fallecidos hasta la fecha.
Espero y deseo que no tenga que modificarse, bien por ocurrir la desgracia de otro/a caído/a, o quizás pueda ser quitada por una nueva Corporación contraria a la decisión adoptada por el actual gobierno municipal.
Parece que lo de “los Caídos” está de moda, aunque pensaba que solamente era para las personas o hechos detallados en la ley de Memoria Histórica, y su desarrollo e interpretaciones partidistas, pero puede ampliarse en este caso a las víctimas del Encierro, que pasarán a ser parte de la memoria histórica popular, no política, lo que no me parece mal, pero en su lugar y contexto correspondiente.
Reitero mis disculpas a todos los deudos y conocidos de los inscritos en la placa citada, a los que acompaño en su sentido recuerdo, y les pido perdón si he molestado con esta espontánea reflexión; no es mi intención.
Pero sí es mi voluntad pedir responsabilidad al gobierno municipal en sus caprichosas e impositivas decisiones y “escuchar” a la mayoría silenciosa, que es mayoría, pero no se atreve a manifestar públicamente su desacuerdo por, quizás, temer “represalias”, tan en boga hoy día en el ámbito político navarro.